Las mujeres campesinas en América Latina


El primer Día Internacional de las Mujeres Rurales se celebró el 15 de octubre de 2008.  Establecido por la Asamblea General de la ONU el 18 de diciembre de 2007, en esta fecha se reconoce la contribución de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural.

A pesar de su contribución a la seguridad alimentaria del planeta, el trabajo de la mujer rural es subestimado y no siempre remunerado. En la mayoría de los países, las mujeres no son dueñas de la tierra que trabajan, y cuando lo hacen tienden a ser más pequeñas y enfrentan dificultades para obtener créditos. La participación de las mujeres en la economía mundial es cada vez más importante.

En los últimos años, los cambios culturales han permitido que la mujer ocupe más puestos de trabajo y cargos más relevantes, además de acceder a carreras universitarias y obtener iguales posiciones que los hombres. Pero el acceso a la tierra sigue siendo uno de los problemas más graves que enfrentan las mujeres rurales en el mundo.

Lea los siguientes testimonios:



Actualmente se calcula que existen 1.6 billones de mujeres campesinas, más de la cuarta parte de la población mundial, pero sólo el 2% de la tierra es propiedad de ellas y reciben únicamente el 1% de todo el crédito para agricultura.


Mujeres campesinas en América Latina


Las mujeres campesinas son colaboradoras fundamentales de las economías del mundo y tienen un rol especial en los países desarrollados y en vía de desarrollo. Juegan un papel de gran importancia para conseguir los cambios y avances en materia económica, ambiental y social, necesarios para el desarrollo sostenible.

Su trabajo contribuye al incremento de la productividad agrícola y rural, así como de la seguridad alimentaria, lo que a su vez ayuda a reducir los niveles de pobreza en sus comunidades.

En América Latina unas 58 millones de mujeres viven en el campo, no obstante, solo el 30 por ciento de ellas posee tierras agrícolas y apenas el 5 por ciento tiene acceso a la asistencia técnica en el mundo. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en América Latina y el Caribe, entre el 8 y 30 por ciento de las explotaciones de tierras están a cargo de mujeres, proporción que está en constante incremento.

Para estas mujeres la tierra es su principal fuente de ingreso y de adquisición de alimentos para sus familias, sin embargo, desde hace muchas décadas, han venido haciendo frente a varias limitaciones:

*Sus predios siempre han sido los más pequeños y en tierras de menor calidad.

*Han tenido menos acceso a créditos, a asistencia técnica y a capacitación

*Por un concepto de discriminación de género, muchas veces no han sido consideradas productoras y sus voces no han sido escuchadas en igualdad de condiciones que la de los hombres.

A pesar de las políticas excluyentes que durante muchos años impulsaron algunos países de la región, actualmente los Gobiernos progresistas, con miras a la inclusión e igualdad de género, han venido realizando acciones a través de los bloques regionales, así como de manera individual, en pro de las mujeres campesinas.

Es por ello que en la actualidad, la FAO señala que en la última década la tasa de mujeres dedicadas a la agricultura ha incrementado en cinco puntos, lo que ha permitido reafirmar que se vive un fenómeno de feminización del campo.

De igual manera, desde diferentes latitudes de América Latina, las campesinas, organizadas en bloques, han iniciado la lucha por sus derechos a la tierra, a la no violencia, a la autonomía y a la igualdad de oportunidades.

La mujer rural frente al cambio climático

El cambio climático afecta el suministro de alimentos, ¿cómo se podrá alimentar a 9000 millones de personas en 2050?

El cambio climático amenaza la producción alimentaria y la vida de las personas. Su impacto en América Latina afecta al sector agropecuario y forestal y trae como consecuencia vulnerabilidad económica, social, ambiental, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria y la reducción de la pobreza.


Casi todos los países de la región han sufrido en los últimos años las consecuencias de eventos climáticos extremos. "América del Sur se ha convertido en un granero del mundo. El impacto sobre Suramérica afecta la seguridad alimentaria del planeta. Y ya lo estamos viendo", señaló José Graziano Da Silva, director general de la FAO en el inicio de un encuentro regional con los ministros de Agricultura de América Latina y el Caribe (2014).

Sustentó esta idea indicando que las repetidas sequías, como la ocurrida actualmente en el sur de Brasil, son señal de que el cambio climático no es asunto del futuro.

Cifras de la ONG Oxfam refieren que en América Latina, 58 millones de mujeres viven en el campo. Sin embargo, solamente el 30% de ellas posee tierras agrícolas y apenas el 5% tiene acceso a asistencia técnica en el mundo. Ante su vulnerabilidad y los efectos del cambio climático urgen políticas públicas que incluyan un verdadero enfoque de género para reducir las brechas que agudizan esta situación.

En Nicaragua, por ejemplo, del 1.1 millones de mujeres que viven en el campo, sólo el 23.2% son dueñas de la tierra, según el IV Censo Nacional Agropecuario (2011). Este índice contribuye a valorar en qué medidas las acciones de políticas públicas o las del accionar de una organización de mujeres están realmente aportando al empoderamiento y autonomía económica de las mujeres.

América Latina y el Caribe, líderes en soberanía alimentaria

Los países de América Latina y El Caribe son los que han registrado mayores avances en la erradicación del hambre.  De acuerdos a la FAO fueron las primeras regiones en comprometerse con la erradicación completa del hambre a través de la iniciativa "América Latina y el Caribe Sin Hambre 2025", una meta que ha sido alcanzada a través de las políticas y programas de soberanía alimentaria y su rol como uno de los mayores productores de alimentos en el mundo. Son las que registran mayores avances en los últimos veinte años, reduciendo el porcentaje y el número total de personas que sufren hambre.

“Gracias a políticas públicas exitosas implementadas por los gobiernos, complementadas con crecimiento económico, el hambre cayó de 14.7 por ciento en 1990-93 a 7.9 por ciento en 2010-2013”, destaca la organización en su portal web.

La desnutrición infantil también ha caído a la mitad en dicho período, mientras que el número total de personas que sufren subalimentación bajó de 59 millones en 1990 a 47 millones en 2013.

La FAO indicó que ocho son los países ya han logrado la erradicación plena del hambre, 15 alcanzaron el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio (Venezuela, Argentina, Barbados, Brasil, Chile, Cuba, Guyana, México, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas y Uruguay).

Estos países redujeron la proporción de personas que sufren hambre a la mitad y 11 lograron también la meta de la Cumbre Mundial de la Alimentación, reduciendo no sólo la proporción, sino el número total de personas afectadas por la subalimentación,  destacó el informe del 2014 denominado “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional”.

Argentina: la creación del fideicomiso para Fomentar el Cultivo del Trigo, el cual, proviene de los derechos de exportación retenidos por el Estado, y la entrega de subsidio proporcional a la producción declarada por los productores de trigo, lo que estimula la producción y evita alzas en los precios de la harina.

Venezuela: El oficial de políticas de la FAO, Adoniram Sánches, enfatizó que el hambre en Venezuela es un tema superado al lograr reducirla de un 13,5 hasta el 5 por ciento en los últimos 15 años de Gobierno Bolivariano.

"Venezuela se encuentra en este grupo de países junto a Chile, Brasil, Argentina y Uruguay”.


Sánches destacó estos logros a finales del año 2014, al mismo tiempo que enfatizó que la erradicación de la pobreza en Venezuela tiene nombre y apellido: Hugo Chávez. El Gobierno venezolano logró estas metas a través de programas sociales alimentarios como: Mercal, SADA, CASA, Pdval y Fundaproal, cada uno abarcando distintas áreas relacionadas con la seguridad y soberanía alimentaria.

Bolivia: "Bolivia es un país que ha demostrado que cuenta con políticas muy sólidas en apoyo a la pequeña agricultura, que facilita el acceso a los alimentos sanos a la población, lo que es muy destacable e interesante para ver sus resultados", así lo destacó la organización a través de un comunicado, en el marco del V Foro Internacional denominado "Adopción de Tecnologías en la Agricultura Familiar sobre la Soberanía Alimentaria".

Reforma agraria

La mayoría de los países de América Latina han mantenido vigentes sus leyes de reforma agraria, y han sometido a revisión algunas de ellas. Nicaragua y El Salvador adoptaron estatutos de reforma agraria en 1979 y en 1980, respectivamente.

Mientras que Brasil, cuya ley de reforma agraria había quedado casi letra muerta, intensificó la ejecución de la reforma a partir de 1985. En el caso de Venezuela, a finales de 2001, promulgó una nueva ley agraria que sustituyó a la de 1960, hasta entonces en vigor. En este último país, la Reforma Agraria le permitió al Estado amplia potestad sobre las tierras agrícolas, incluyendo la explotación, el sistema productivo y la productividad.

Asimismo, restringió el alcance y autonomía de las entregas, facilitó las expropiaciones e incluso la confiscación de la propiedad privada independientemente de que en las tierras confiscadas la actividad productiva se ejerciera a pleno ritmo cuando, a juicio de las autoridades, no se cumplía con la condición de asegurar la autosuficiencia alimentaria.

El desarrollo del área rural en Bolivia se ha convertido en una prioridad en la administración del presidente Evo Morales, que en cinco años ha titulado más tierras a campesinos e indígenas que en los últimos 20.

En 1959, la Revolución Cubana hizo posible una reforma agraria, el 17 de mayo de ese año se firmó la primera Ley de Reforma Agraria con el objetivo de acabar con la explotación del campesinado.