A 42 años de la muerte de Salvador Allende:

El Pentágono aún intenta dominar al mundo

La muerte del presidente chileno Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, es sólo una rama de la injerencia de Estados Unidos, en su afán histórico de querer dominar el mundo y apoderarse de las riquezas de los países progresistas.

Dicen que Allende se suicidó ante el golpe de Estado dirigido por el dictador Augusto Pinochet. Aunque existen contradicciones entorno a las circunstancias de su muerte, lo cierto es que la responsabilidad recae en manos de las políticas del Pentágono de Estados Unidos (EE.UU.) , donde se planeó su derrocamiento, incluso antes de que fuera designado jefe de Estado.


Septiembre fue un mes que marcó el destino del mandatario socialista, tanto para su designación como Presidente en 1970 como durante el Golpe que lo llevó a la muerte en 1973. 

El médico marxista Salvador Allende llegó al poder con su partido Unidad Popular, levantando consigo una nueva política internacional, cuya decisión generó un ambiente de fiesta social.


Durante su primer año de gestión se nacionalizaron 47 empresas industriales y más de la mitad del sistema de créditos. Con la reforma agraria expropió e incorporó a la propiedad social unas dos millones 400 mil hectáreas de tierras productivas.

Resultado de su mandato progresista, logró la disminución de la inflación y aumentó el índice de empleo y salarios hasta en 40 por ciento.


Salvador Allende fue el primer político chileno de orientación marxista en Occidente, que llegó al mandato por medio de elecciones generales en un Estado de Derecho.

Nacionalización del cobre tocó intereses estadounidenses

El Gobierno anterior a Allende, encabezado por el demócrata cristiano Eduardo Frei, comenzó con un proceso denominado chilenización del cobre, pero en realidad lo que hizo fue comprar más del 50 por ciento de las minas de este mineral estratégico, pagándolas a precios muy superiores a su costo real.

Allende logró estabilizar tal desfalco con sólo la nacionalización de todos los yacimientos de cobre explotados por las filiales de compañías estadounidenses, tales como: Anaconda y Kennecott.

El mandatario tomó la decisión de no otorgar indemnización a estas empresas mineras norteamericanas, debido a que las dos compañías habían ganado en 15 años una ganancia excesiva de 80 mil millones de dólares explotando el cobre chileno.


Dato: Chile se caracteriza por su alta producción de mineral de cobre, considerado el mejor del mundo, con un volumen de producción que destaca entre las grandes potencias.

Pronto, esta decisión de Allende tocaría los intereses norteamericanos y aceleraría un plan fraguado en Washington a finales de 1969, cuando tres generales del Pentágono cenaron con cuatro militares chilenos en una casa clandestina y buscaron cómo frenarlo.

Allí, el entonces agregado aéreo de la misión militar de Chile en Estados Unidos, el coronel Gerardo López Angulo y el Director de la escuela de Aviación Militar de Chile, general Toro Mazote, no sólo degustaban exóticos platos, sino que hablaban de las elecciones presidenciales de septiembre de 1970 y de cómo podrían tumbar a Allende si este resultara electo Presidente. 

Mientras uno de los camaradas del ejército presente en la cena preguntó a modo de juego qué pasaría si el izquierdista Allende gana; el general Toro Mazote respondió: "Tomaremos el palacio Moneda en media hora, aunque tengamos que incendiarlo". Y en efecto, así pasó cuatro años después. 

De los comensales en aquella mesa, varios de ellos participaron activamente en el Golpe de Estado de 1973, como el general Ernesto Baeza, director de la Seguridad Nacional chilena, quien ordenó el incendio, no sólo por la caída de un Gobierno democrático que no se arrodillaba ante el imperio, sino por el final trágico de un líder electo con la mayor voluntad popular.

Chile quería un cambio que no le convenía a las grandes élites estadounidenses, ni a la derecha oligarca interna.

Dos subalternos de aquellos tiempos cuando se planeaba la crónica del Golpe, fueron actores protagonistas en la actividad: el presidente de la Junta Militar chilena, general Augusto Pinochet y el también general Javier Palacios, quien dio la estocada final contra el mandatario.

En esa cena también estuvo el general de Brigada Aérea, Sergio Figueroa, el mismo que ordenó bombardear con cohetes el Palacio presidencial.

Un Golpe en el Sur, planeado desde el Norte

Aquella cena de 1969 fue una planificación hipotética que quiso cristalizarse el 04 de septiembre de 1970, cuando Allende se convirtió en Presidente, pero el plan no pudo ejecutarse de inmediato porque fue frustado por el Gobierno chileno. 

Desde el Pentágono solicitaron 200 visas para un supuesto orfeón naval, pero el Estado chileno se percató de que los almirantes que iban a viajar no sabían ni cantar y que eran especialistas en derrocar gobiernos, por lo que negó la petición.

Con Allende, la pequeña burguesía y la clase media que pudieron apoyar un golpe militar, disfrutaban de ciertas ventajas no esperadas por Estados Unidos, sin la explotación del proletariado sino producto del capital extranjero.

Las fuerzas armadas de Chile tampoco veían amenazados en ese momento sus intereses como para generar un Golpe. 

Pero la formación "inter-clasista" Democracia Cristiana comenzó con ayuda del Norte la conspiración en el cuartel para tratar de perjudicar la estabilidad del Gobierno y ganar las dos terceras partes del Congreso en las elecciones de marzo de 1973, para poder pedir así la destitución del Presidente.

El Gobierno estadounidense dirigido por el entonces presidente Richard Nixon y el secretario de Estado, Henry Kissinger financiaron y apoyaron a grupos opositores a Allende para concretar el Golpe ya planeado en 1969, tal como lo hace actualmente el imperio norteamericano con Siria por querer apoderarse de su mayor recurso energéticos; el petróleo.

El asesinato del general René Schneider (aliado de Allende) y la sublevación militar del Tanquetazo en junio de 1973 formaron parte de estas acciones injerencistas de EE.UU. para comenzar una guerra no declarada contra Chile para derrocar a su jefe de Estado. 


Dato: La Democracia Cristiana era fiel al Partido Nacional de extrema derecha que controlaba al Congreso, mientras Unidad Popular manejaba el Poder Ejecutivo; esta polarización dividió al país y lo precipitó hacia un declive económico y moral.

Estados Unidos con su bloqueo económico por la nacionalización de sus grandes transnacionales del cobre que operaban en Chile, empeoró la crisis. 

Chile, la otra Cuba de América Latina

El bloqueo histórico de EE.UU. hacia Cuba es conocido en la colectividad pública. No obstante, esta práctica excluyente y dominante, de la cual Obama se lamentó recientemente, ocurrió también en Chile.

EE.UU. para acelerar su plan desestabilizador, inició lo que Allende denunció en varias oportunidades, "el invisible bloqueo financiero y económico" contra Chile, desde el momento en que Washington cerró los préstamos de bajo interés.

El mandatario chileno denominó esta acción como “una forma de agresión solapada, indirecta y oblicua” de una nación capitalista contra de un sistema socialista y democrático.


Una propuesta de la División de Servicios Clandestinos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estaba destinada a provocar un derrumbe económico en Chile antes de las elecciones parlamentarias. Ésta incluía la no renovación de créditos bancarios, el retraso en las entregas de accesorios importados, ejercer presión sobre las compañías chilenas de ahorro y préstamo y el retiro de ayuda técnica por parte de las compañías privadas.

Estos amedrentamientos silenciosos espantaron al sector financiero y mermaron la producción en la nación suramericana. Pues, en Chile se producía todo pero con empresas que dependían de capital foráneo y con un 80 por ciento de productos importados.

Aunque otras naciones socialistas ofrecían ayuda financiera, el monto no alcanzaba para pagar la deuda externa, ni abastecía la carencia de repuestos que antes llegaban de Norteamérica para la producción de la industria, agricultura y transporte chileno.

La Unión Soviética compró trigo de Australia para mandarlo a Chile y le hizo varios prestamos sustanciosos de dólares en efectivo. Mientras que Cuba también coloboró con el envió un barco cargado de azúcar gratis.

Pero con el bloqueo por parte de EE.UU. las necesidades de Chile aumentaban y las señoras de la burguesía provocaban agitación social haciendo sonar sus cacerolas en las plazas públicas.

Sin embargo, este bloqueo no pudo derrotar a Salvador Allende en el Congreso, pues Unidad Popular obtuvo 36 por ciento de los votos en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973. Esto, para sus opositores y EE.UU. significaba recurrir a otros medios como el Golpe, porque sabían que por la vía legal no conseguirían acabar con el Gobierno socialista.

EE.UU. fustigó a Chile sin descanso 

El Gobierno norteamericano y la CIA no descansaron para mantener a Chile con grandes agitaciones sociales, puesto que propiciaron un paro patronal y una huelga de camioneros hasta la caída de Allende.

El sector transporte era el más afectado por la carencia de repuestos importados, por lo que fue fácil manipularlo. Su paro estuvo financiado desde el exterior con dinero en efectivo, porque a esta potencia no le convenía una posible nacionalización de este gremio por parte de equipos soviéticos.

La CIA llenó de dólares a Chile pero no para ayudarlo a superar la crisis que desató EE.UU. sino para mantener al Paro Patronal; la economía llegó a un punto insostenible.

Tanto la oligarquía como la oposición se concentraron entonces en desdeñar el equilibrio del ejército. 48 horas antes del Golpe lograron descalificar a los mandos superiores que respaldaban a Allende.

El Golpe de Estado marcó el fin de la Unidad Popular, se implantó entonces una junta militar liderada por Pinochet, quien acabó con la democracia de Allende, una de las más estables de América Latina, para imponer una dictadura por 16 años en la que se registraron infinitas violaciones de los derechos humanos.

El bombardeo al Palacio de la Moneda, el 11 de septiembre de 1973, fue realizado por un grupo de expertos acróbatas aéreos norteamericanos. Numerosos policías secretos del extranjero estuvieron escondidos en la frontera con Bolivia hasta el día del Golpe; quienes persiguieron para asesinar a siete mil refugiados políticos de otras naciones latinoamericanas.


Sabías que: El Ladrillo era un documento escrito antes del derrocamiento de Salvador Allende, que establecía las bases para un programa de privatización y reducción de gasto fiscal, que sería aplicado ante la posibilidad de que el mandatario fuera sacado legítimamente del palacio presidencial. 

Plan Cóndor: perseguidor de líderes y movimientos de izquierda 
(1970-1980)

Todas esas persecuciones, torturas, vigilancias y acorralamiento contra los gobiernos de izquierda y socialistas, con financiamiento de EE.UU. con los brazos ejecutores de la CIA, se conocía en aquella época (1970-1980) como la Operación Cóndor.

Los regímenes dictatoriales del "Cono Sur" dirigidos por Norteamérica se encargaron de la detención, tortura, traslados forzosos y desapariciones de personas consideradas por ellos como "subversivas a su orden", pues eran contrarios a sus pensamientos neoliberales y excluyentes.

A esto se le adjudica el asesinato del general René Schneider, fiel compañero y estratega político de Allende y su Fuerza Armada; pieza clave que debieron derribar para dividir al ejército chileno.

El Plan Cóndor puede definirse como una organización clandestina internacional que ejercía el terrorismo de Estado, la cual orientó el asesinato y la desaparición de decena de miles de políticos y líderes de izquierda en la región latinoamericana.

Golpes blandos en América Latina: 
El Cóndor actual

En la actualidad, países progresistas como Venezuela, Argentina, El Salvador, Brasil y Ecuador son víctimas de intentos desestabilizadores que buscan calentar las calles, generar caos y desestabilizar sin aliento, hasta el punto de generar un Golpe.

La sed injerencista de Estados Unidos por intentar dominar los recursos y los pueblos de los gobiernos de izquierda sigue vigente, sólo que la unión integral del Sur no permite que otro líder como Allende caiga en un sillón por un "culetazo de escopeta". 

Los pueblos del Sur han aprendido que mientras más reciben espionaje, persecuciones, boicot, más deben mantenerse en defensa de la Patria Grande.

Cada día se registran mayores protestas en Brasil y en Ecuador, pero ninguna tiene argumento sólido que puedan apuntar contra Dilma Rousseff o Rafael Correa. La derecha radical sólo busca mínimas excusas para disfrazar un eventual Golpe.

Mientras que en Venezuela, la influencia paramilitar de la oligarquía de Bogotá (como lo denuncia el presidente venezolano Nicolás Maduro) ha tenido participación directa con asesinatos contra líderes oficialistas, como el del diputado Robert Serra, el 01 de octubre de 2014.

Los golpes blandos en América Latina podrían considerarse por muchos analistas como el Plan Cóndor actual, a diferencia que ya esta operación no persigue a un Chile lleno de cobre, sino a una región que aprendió a mantenerse de pie, unida y a favor de las grandes mayorías históricamente excluidas, legado que profundizó el Comandante Hugo Chávez en Venezuela y el mundo; que lo inmortalizó en la conciencia histórica de la humanidad.

Interesante vídeo: