El delegado

El proceso de rendición de cuenta del delegado a sus electores llama la atención sobre esta importante figura del sistema político cubano 

La casa de un delegado de la circunscripción es fácil de identificar, no por su lujo o confort, sino porque en la puerta o la ventana, generalmente hay un cartelito con los horarios que han definido estos funcionarios públicos para atender a sus electores.

Piense en todas las tareas y problemas que usted debe asumir en cada jornada, agregue ahora dos o más horas diarias para escuchar las tribulaciones de sus vecinos y luego más tiempo para tratar de buscarles una solución.

Esos avatares se intensifican por estos días, cuando en el país se desarrolla el segundo proceso de rendición de cuentas del delegado a sus electores del XVI periodo de mandato.

Cuando los vecinos eligen al delegado de su circunscripción, generalmente buscan a un líder, alguien que sea capaz de identificarse con ellos y asumir como suyos sus problemas. Para ello hay que tener conciencia e identificación con el entorno y sus habitantes. La idea de promover beneficios a los delegados de la circunscripción tiene que ver con el reconocimiento, por parte de la ciudadanía, de la necesidad de reivindicar esta figura, uno de los eslabones más importante del sistema político cubano. Sin embargo, en los últimos años su gestión se ha visto limitada por la burocracia o la deformación de las funciones que debe asumir este cargo público.

Durante mucho tiempo se confundió la labor de los representantes de las circunscripciones, a quienes se les vio como alguien con acceso a recursos y obligaciones administrativas.

En realidad el delegado está para escuchar a las personas, tramitar sus intereses y problemáticas ante las autoridades competentes y también para establecer regulaciones y programas desde las asambleas municipales en respuesta a esos intereses.


La madeja se enreda cuando las entidades evaden sus responsabilidades. Incluso no pocas asumen con indiferencia y lasitud el proceso de rendición de cuentas y envían a las reuniones personas sin preparación a recitar respuestas vacías. De esta forma, una de los espacios más importantes del ejercicio de la democracia en Cuba corre el riesgo de convertirse en un ejercicio rutinario y estéril.

Más de tres décadas después de su aparición en el escenario gubernamental cubano, el delegado de la circunscripción se enfrenta a importantes desafíos. A su favor tiene el apoyo popular (más del 75 por ciento de los electores participaron en las elecciones locales de abril de 2015) y su presencia en los principales escenarios de decisiones del país (el 50 por ciento de los representantes en las Asambleas Provinciales y el Parlamento son delegados de la circunscripción). Sin embargo, las nuevas circunstancias precisan redimensionar su figura.

Urge encontrar fórmulas para aliviar el abultado horario de quienes asumen estos menesteres gubernamentales, pero sobre todo velar más porque se les conceda el reconocimiento que merecen ante las entidades encargadas de asumir los deberes administrativos con la ciudadanía.