"Pole dance" : Cuando la edad 
y el sexo no son un límite

"En el país esta disciplina comenzó con muchos tabúes, (que aún) siguen existiendo pero al irla practicando se convierte en una afición que te ayuda a vencer los miedos. Físicamente es un ejercicio completo y emocionalmente muy desestresante, levanta la autoestima", cuenta a ECOS Verónica Álvarez, instructora de pole dance en la ciudad de La Paz.

Estirar los músculos, limpiar los tubos, secar las manos y… trepar. Al ritmo de la música, el cuerpo va adquiriendo distintas formas de acuerdo a la flexibilidad: piernas en el aire, giros espirales, cabeza abajo o manos colgando, pero siempre con una sonrisa. Aunque al bajar, la piel esté llena de moretones.

Al pole dance —aunque de manera errada se lo asocia únicamente con el sexo femenino y el baile erótico en los clubes nocturnos, muchas veces sin tomar en cuenta el lado artístico y todo el esfuerzo que engloba— lo practican tanto mujeres como hombres.

El baile del tubo, más conocido por su nombre en inglés "pole dance", es una disciplina artístico-deportiva que tiene diferentes ramas, entre ellas el “pole fitness” y el “pole exótico”. Sus practicantes realizan una combinación de movimientos que plasman tanto la fuerza como agilidad del cuerpo.

Hay varias teorías sobre su origen y algunas de ellas remontan sus inicios a los cabarets. Otras en cambio la relacionan con el mundo circense, mientras que algunas refieren a una práctica proveniente de los luchadores hindúes.

En las últimas décadas, el baile del caño ha ido expandiéndose hacia distintas partes del mundo, y Bolivia, aunque entre mitos y tabúes, no fue la excepción.

EN BOLIVIA

"En el país esta disciplina comenzó con muchos tabúes, (que aún) siguen existiendo pero al irla practicando se convierte en una afición que te ayuda a vencer los miedos. Físicamente es un ejercicio completo y emocionalmente muy desestresante, levanta la autoestima", cuenta a ECOS Verónica Álvarez, instructora de pole dance en la ciudad de La Paz.

El “pole”, en español “tubo”, es un elemento que sirve como un soporte y apoyo; “da seguridad”, según Álvarez. “Demanda mucho entrenamiento, flexibilidad y confianza en uno mismo. Es un deporte doloroso pero muy satisfactorio”, añade.

Para permanecer en los tubos, la piel debe estar seca y cuando el sudor empieza a apoderarse del cuerpo, se vuelve imposible no resbalar del caño de metal. El resultado son moretones y fricciones comúnmente en las piernas, estómago y brazos.

La instructora Verónica Álvarez

Verónica, motivada por su experiencia en ballet y gimnasia, comenzó a practicar esta disciplina en 2015, a los 36 años, en la academia "Play Pole Dance" de Carolina Montero. “Carolina fue y es mi profesora-guía, ella tiene muchas capacitaciones fuera del país: Argentina, Italia, México y Brasil”, explica.

Ambas ahora son instructoras en Play Pole Dance, una academia ubicada en la Zona Sur de La Paz, que tiene una trayectoria de más de seis años en este rubro. Aproximadamente cuenta con 40 alumnos, entre hombres y mujeres de distintas edades.

Verónica afirma que “para comenzar en esta disciplina no se requiere una edad específica, hay niños que la practican desde los cinco años hasta personas mayores. Depende mucho del estado físico que uno desarrolla”.

Una de las practicantes de la academia "Play Pole Dance"

"No hay edad ni alguna contextura física para practicarlo. Yo tengo un hijo de ocho años, vivo sola con él y no tenía con quién dejarlo; en un principio me acompañaba, hasta que se animó a subir al tubo y lo logró", cuenta emocionada Claudia Katerine Sanabria, quien entrena en Play Pole Dance junto a su hijo Sebastián Linares Sanabria.

Claudia tiene 36 años y trabaja como asistente de Gerencia. Se entrega a esta práctica dos o tres veces a la semana. “Después del trabajo diario una hora de pole me quita toda la energía negativa”, comenta a ECOS.

Madre e hijo se trepan en el mismo tubo. Ambos ponen su máximo esfuerzo para demostrar una coreografía en la que se deja ver el trabajo en equipo. Claudia, cerca del cielo del tejado y Sebastián, en la parte inferior del tubo. Lo que les enlaza, como una especie de cordón umbilical, son las manos.

UN TABÚ

"Existe mucha gente que no sabe de este deporte y lo clasifica como stripper, pero eso está muy lejos de la realidad. Esta disciplina envuelve mucho más que eso, es esfuerzo y dedicación," asegura la instructora Álvarez. “El pole dance es perseverancia, dedicación, y sirve para afrontar miedos”, resume después.

Dice que esto es una pasión para ella, y augura que “a medida que se conozca más, se irán reduciendo los estereotipos y adquiriremos más respeto por el pole”.

Sanabria defiende y describe al pole dance como un deporte sano que ayuda física y mentalmente. Toma en cuenta que la mente también trabaja buscando comprender los movimientos que esta disciplina exige, más aún cuando se prepara una coreografía que demanda ejercicio de memoria, coordinación y ritmo.

“Conocí a personas maravillosas que comparten el mismo amor por este arte; comparten tus mismos miedos y se llegan a convertir no solo en compañeros, sino en amigos. Me ayudó a ganar seguridad, a respetar y a cuidar más de mi cuerpo”, añade, destacando que se siente agradecida al terminar cada clase.

El baile del tubo, además de haberse instalado en La Paz, también llegó a Cochabamba y Santa Cruz. Mientras que en Sucre o Potosí aún no se conoce de alguna academia o personas que como Daniela, Verónica, Sebastián o Claudia se dediquen a la enseñanza y práctica del pole dance, seguramente con el paso del tiempo, no tardará en llegar.