TRINIDACITO, ENTRE EL OLVIDO GUBERNAMENTAL Y LA VOLUNTAD DE SU GENTE

Pese a los problemas, esta comunidad del TIPNIS no pierde la esperanza y lucha por mejores días.   

Por: Arnold Guachalla L.

Las ruinas de lo que pudo ser aulas educativas permanecen resistiendo al paso del tiempo en Trinidacito, comunidad ubicada a 38 kilómetros de la ciudad de Trinidad, capital del Beni, en el interior del Territorio Indígena Parque Isiboro Sécure (TIPNIS).

"Eso iba a ser parte del colegio y lo dejaron ahí, a medias. Eso no está destruido, sino que la alcaldía de San Ignacio de Moxos, municipio al que pertenecemos, nunca terminó de construirlo", contó Román Yubanure, habitante de la comunidad.

Según los pobladores de esta localidad, aquella obra fue un anhelo que nunca terminó de cumplirse por el descuido de las autoridades municipales, departamentales y nacionales, pese a que continuamente se señala que el TIPNIS es beneficiado con múltiples proyectos para mejorar la vida de sus habitantes.

Sin embargo, la realidad es distinta porque la infraestructura inconclusa anteriormente mencionada es tan solo la punta de un gigantesco iceberg de problemas y necesidades que demandan las 38 familias que viven en Trinidacito.

TRINIDACITO, SEDE Y OLVIDO

Foto: ANF

Por al menos tres días, del 16 al 18 de agosto, la comunidad de Trinidacito se constituyó en el epicentro mediático del país. Allí llegó la comisión del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza para recoger preocupaciones y anhelos de los pueblos indígenas del TIPNIS, los cuales denuncian el despojo de sus territorios ancestrales.

En ese lapso, la rutina de Trinidacito se vio afectada por la presencia de más de una centena de personas pertenecientes a las distintas comunidades, quienes arribaron al lugar tras más de un día de navegación por los ríos Mamoré e Isiboro.

Fueron tres días de movimiento, encuentro y charla. Todo sucedió bajo la atenta mirada de la naturaleza y de las más de una decena de viviendas hechas de madera que poco a poco se erigieron desde la fundación de Trinidacito en 1976.

Ese año, un grupo de pobladores de la comunidad de San José del Patrocinio decidió dejar su hogar y buscar un territorio de mayor elevación para evitar las inundaciones. Finalmente, encontraron el lugar adecuado, muy cerca de un arroyo que aseguró la provisión de agua para el nuevo pueblo.

Tras culminar la audiencia, los visitantes comenzaron a abandonar Trinidacito. Atrás quedó el bullicio y la algarabía de la bombilla (flauta) y la tamborita. 

Todo quedó en silencio y la rutina nuevamente se apoderó de la comunidad que prefirió "callar sus preocupaciones" y esforzarse al máximo para atender a sus invitados. 

OBRAS FANTASMA

Foto: ANF

Para los pobladores de Trinidacito las obras fantasma constituye un tema muy conocido en el TIPNIS. Por ejemplo, recordaron que hace varios años se proyectó la construcción de un puente cercano al arroyo anteriormente mencionado. Sin embargo, esta obra no fue realizada y los propios comunarios tuvieron que fabricar el puente con madera.

"En la publicidad gubernamental presentaron el puente que iba a construirse y mostraron otras fotos, diciendo que era de otro tipo. Pero ya ven que nuestro puente es humilde y de maderita", indicó la comunaria Teodosia Muiba.

Del mismo modo, dos aulas de la unidad educativa de esta comunidad corrieron con la misma suerte porque no solo no fueron concluidas, sino que según la publicidad gubernamental la obra fue entregada y se lo demostró con la exposición de fotos que no correspondían a la construcción.

"Entonces, los padres de familia decidimos construir otras aulas en base a madera. Es una obra del pueblo porque no hubo ni hay ayuda del Gobierno".

En dichas aulas, espacios reducidos en los que se evidencia el escaso mobiliario escolar y el deterioro de las paredes, al menos 37 estudiantes y cinco maestros desarrollan sus actividades educativas en los niveles de kínder, primaria y secundaria.

Según Nancy Roseni, otra comunaria de Trinidacito, en años anteriores la cantidad de estudiantes y profesores era el doble que el de la actualidad.

"Antes teníamos más maestros porque también habían más estudiantes. Ahora todos están de ida a Trinidad. Yo tengo tres hijos en secundaria que están con dos maestros y eso no da. Parece que también los enviaré a la ciudad".

La situación es nada alentadora en Trinidacito porque conforme pasa el tiempo y el abandono de las autoridades gubernamentales es más evidente, los jóvenes y niños comienzan a emigrar a la capital del Beni y a otras ciudades.

"A veces las familias de aquí salen a Trinidad y los hijos ven la vida allí. Entonces piden inscribirse a los colegios de la ciudad. Mi hijo de 16 años me dijo que si al año no hay maestros aquí prefería estudiar en Trinidad".

La preocupación de los padres de familia de Trinidacito también recae en la identidad cultural de su pueblo. La mayor parte, sino es que la totalidad, de los jóvenes de esta comunidad no habla el idioma moxeño trinitario y se teme la desaparición de este idioma originarios.

"Los jóvenes de ahora ya ni entienden la lengua. Dicen que no hay una buena educación y que por eso que se van. Ellos quieren modernizarse, como en la ciudad". indicó Yobanure. 

   

UNA POSTA DE SALUD SIN MÉDICO NI MEDICAMENTOS

Foto: ANF

Otro problema que genera gran preocupación en la comunidad de Trinidacito es que hace cuatro años ningún médico los visitó para atenderlos, por lo que tuvieron que hacer un largo viaje por río para llegar a Trinidad y buscar tratamientos para sus enfermedades.

El comunario Román Yobanure relató que el último doctor de Trinidacito llegó el 2012 y permaneció por dos años para luego irse de aquella localidad, según el testimonio, usando calumnias contra los pobladores a quienes incluso acusó de amenazarlo de muerte.

"Sacó información sobre eso para no volver más a la comunidad, para escapar de aquí. Lo denunció en la ciudad y llevó una grabación que no se supo si era real. Solo por eso se hizo problemas. Además, luego también se llevó al enfermero".

A este tema también se añade otro dilema: la falta de medicamentos. Si bien las autoridades departamentales del Beni se encargaron de construir una posta de salud en la comunidad, esta quedó desierta y sin remedios tras la salida del médico.

Se trata de una infraestructura compuesta por dos cuartos que resaltan en toda la comunidad porque, a diferencia de las casas de los pobladores, la posta sanitaria fue construida con ladrillos y cemento.

"No hace mucho la Alcaldía los hizo arreglar la posta, pero el compromiso era que debía llegar un médico a la comunidad, pero eso debía ser hasta el 15 de agosto. El plazo venció y no pasó nada. Ahora estamos pensando ir hasta San Ignacio para protestar".

Para Yubanure es necesario que la población boliviana reflexione sobre la calidad de la salud que ofrece el Gobierno a las poblaciones del TIPNIS y particularmente a su comunidad. 

"Hay que ver de que clase de salud habla el Gobierno. Sin médicos, sin medicamentos, sin nada. Ni las brigadas médicas llegan aquí, solamente una ONG viene cada tres meses porque implementaron un botiquín aquí".

EL AGUA, LA INCOMUNICACIÓN Y LOS FENÓMENOS NATURALES

Foto: ANF

El agua potable es un factor fundamental para la vida del ser humano y es un tema de constante preocupación en Trinidacito. Según la denuncia de sus comunarios, el único tanque de agua que existe en aquella localidad y que fue instalada por el Gobierno continuamente se deteriora.       

Fuera del tanque algunas casas de Trinidacito cuentan con grifos que mediante un mecanismo succionan el agua subterránea. Antes de estas posibilidades, los comunarios recurrían a los arroyos cercanos para proveerse del líquido o para asearse.

En cuanto a la comunicación, Trinidacito también tiene sus limitaciones. Irónicamente, la localidad cuenta con un telecentro dotado por el Gobierno. Sin embargo, los comunarios contaron que esta oficina solo funcionó por algunos meses y posteriormente se cerró por el impago del servicio. La cobertura de la telefonía celular también es limitada en el lugar.

La gran inundación del 2014

Un tema no menos importante es el referente a los desastres que se generan en gran parte de la amazonía boliviana durante la época de lluvias. Según el relato del comunario Felix Cayuba, la peor inundación que se vivió en Trinidacito fue el 2014, año en que todo el oriente boliviano sufrió el embate de los fenómenos naturales.   

"A las nueve de la mañana del 11 de febrero de 2014 llegó la inundación a la localidad. Pese a que este lugar es alto, igual tuvimos que navegar en canoas para desplazarnos y salvar a nuestras familias".  

Aquella mañana, los habitantes de Trinidacito tuvieron que movilizarse rápidamente para rescatar lo que tenían en sus casas e intentar salvar el ganado vacuno que poseían. Pese a los esfuerzos, la mayor parte de las reses no pudieron sobrevivir a la inundación. 

Cayuba no dudó en calificar a esta inundación como una verdadera catástrofe porque muchas familias tuvieron que dejar sus hogares para buscar refugio en la capilla de Trinidacito, lugar al que no había llegado el agua. 

"Por 15 días el agua se mantuvo en la comunidad y eso mató a la mayor parte de nuestro ganado. Nosotros pensamos que las aguas iban a bajar rápido, pero no fue así. Lo poco que se pudo rescatar fueron reses pequeñas en canoas".

Mas de 500 reses murieron por la inundación que aún es recordada con mucho dolor por los pobladores de Trinidacito puesto que no recibieron una cooperación oportuna de parte de las autoridades gubernamentales. 

"LAS OBRAS NO SON UN FAVOR, SINO UNA OBLIGACIÓN..."

Foto: ANF

Ante el gran número de necesidades que existen en Trinidacito, la preocupación de su gente es cada vez más grande. Dicho sentimiento no va solo, sino que está acompañado con una certeza: las obras que benefician a los pueblos y que impulsa el Gobierno no son favores que se hacen, sino obligaciones que deben cumplirse.

"Desde hace tiempo yo ya no creo en nuestras autoridades. Si entra otra persona al Gobierno es todo lo mismo, el descuido sigue. La obligación del Gobierno es que en Trinidadcito haya buena salud y educación, no porque crean que somos pobres, sino porque somos bolivianos", argumentó Yobanure.

Llegar hasta Trinidacito no fue tan difícil, lo complicado fue despedirse de esta comunidad que, al igual que muchas otras que habitan en el TIPNIS, ha reafirmado su lucha por la defensa de su territorio y sus derechos como pueblos indígenas.