La circunnavegación de los descubrimientos

Los descubrimientos en fauna y flora más importantes de la primera vuelta al mundo

 La expedición de Magallanes y Elcano en el año 1519 supuso la primera vuelta al mundo. Esta gesta promovió la ruptura de creencias medievales, tales como que la tierra era redonda; además, se descubrieron infinidad de islas pobladas por fauna nunca vista y flora jamás imaginada. El viaje se hizo especialmente interesante por estos descubrimientos, ninguno de los cuales escapaba a la pluma del cronista Antonio Pigafetta.


Pigafetta fue un noble italiano del Renacimiento que se presentó voluntario como explorador, geógrafo y cronista a la expedición de Elcano y Magallanes. Junto a 17 miembros de la tripulación, de los que en un inicio fueron 265 hombres, culminaría la primera circunnavegación del globo en 1522 a bordo de la nao Victoria, la única nave que regresó a España.

Antonio Pigafetta juega un papel relevante en la circunnavegación de Magallanes y Elcano; él fue el encargado de observar y describir minuciosamente todo: mares, paisajes, flora, fauna, geografía, clima, costumbres… Gracias al cronista quedan clasificadas nuevas especies de animales y plantas que fueron posteriormente aportes a la botánica medicinal. Todo quedó plasmado en su cuaderno que después dio lugar a su libro Relación del primer viaje alrededor del mundo (1524).

El joven italiano estudió geografía y astronomía, pero eso no le frenó a la hora de realizar su trabajo de recopilación de fauna y flora; es cierto que a veces denotaba flaquezas en sus explicaciones al no ser un experto, pero no dejaron de ser una gran aportación para la ciencia de aquella época.

Expertos en la primera circunnavegación han aportado información y opinión al contenido de este reportajeSergio Martínez, profesor e historiador de la Universidad de Cantabria y autor de Las páginas del mar; y Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid, coautor y coordinador de la obra Desvelando Horizontes.

Descubrimientos en fauna

PINGÜINOS

Costeando esta tierra hacia el polo antártico, nos detuvimos en dos islas que encontramos pobladas de gansos y de lobos marinos. Hay tantos de los primeros y tan mansos, que en una hora hicimos una abundante provisión para la tripulación de los cinco navíos. Son negros y parecen estar cubiertos por todo el cuerpo de plumitas, sin tener en las alas las plumas necesarias para volar; y, en efecto, no vuelan y se alimentan con peces; son tan gordos, que tuvimos que desollarlos para poder desplumarlos. Su pico es como el de los cuervos - Pigafetta en Punta Tombo

Estos pingüinos que Pigafetta describía hace casi 500 años, hoy en día se encuentran casi en peligro de extinción. Esta especie recibe el nombre de pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus), un ave que pertenece a la familia Spheniscidae. El pingüino de Magallanes habita en las islas Malvinas y en las costas e islas de la Patagonia Argentina y Chile. Es un ave migratoria, que abandona su hábitat durante el invierno para partir hacia el norte en búsqueda de mares con temperaturas más templadas como las de Uruguay, y las del sudeste de Brasil.

Pigafetta describió la especie como “extraños gansos”. Según cuentan, gracias a la información geográfica brindada por el también tripulante Francisco Albo, se pudo determinar que los ejemplares habían sido vistos en zonas cercanas a Punta Tombo, región de la Patagonia. Así mismo, en el segundo viaje del inglés James Cook a la zona, el tripulante Johann Reinhold Forster, describió en los textos que escribió (“Commentarii Götiengensis” y “Philosophical Transactions”), al pingüino de Magallanes.

LOBOS MARINOS

Los lobos marinos son de diferentes colores y más o menos del tamaño de un becerro, a los que se parecen también en la cabeza. Tienen las orejas cortas y redondas y los dientes muy largos; carecen de piernas, y sus patas, que están pegadas al cuerpo, se asemejan bastante a nuestras manos, con uñas pequeñas, aunque son palmípedos, esto es, que tienen los dedos unidos entre sí por una membrana, como las nadaderas de un pato. Si estos animales pudieran correr serían bien temibles porque manifestaron ser muy feroces. Nadan rápidamente y sólo viven de pescado. - Pigafetta en la isla Cabo de Santamaría

Antonio Pigafetta ejerció la labor de cronista de la expedición y no dejó ni un solo cabo suelto a la hora de definir las especies que iban apareciendo en el camino, como sucede con el lobo marino. Fue en la Isla Cabo de Santa María donde por primera vez los expedicionarios vieron un lobo marino.

INSECTO HOJA

Lo que hallé más extraño fueron unos árboles cuyas hojas, al caer, se animaban. Son semejantes a las de la morera, o más largas, con peciolo corto y puntiagudo, y cerda del peciolo, a ambos lados, tienen dos pies. Si alguien tropieza, se escapan; pero al partirlas no sale sangre. Guardé una durante nueve días en una caja, y cuando la abría se paseaba alrededor; creo que viven del aire. - Pigafetta en la isla de Cimbonbon

Otra especie descubierta durante la expedición que cabe destacar son los "insectos hoja", en las islas del Índico. Antonio Pigafetta parecía no tener claro si se decantaba por considerarlas animales o vegetales. La criatura fue documentada por primera vez por el cronista. El italiano estudió la fauna de la isla de Cimbonbon aprovechando que el barco fue remolcado a tierra para su reparación. Durante este tiempo, documentó las especies Phyllium (insecto hoja) con el pasaje citado anteriormente.

GUANACO

Este hombre era tan alto que con la cabeza apenas le llegábamos a la cintura. Era bien formado, con el rostro ancho y teñido de rojo, con los ojos circulados de amarillo, y con dos manchas en forma de corazón en las mejillas. Sus cabellos, que eran escasos, parecían blanqueados con algún polvo. Su vestido, o mejor, su capa, era de pieles cosidas entre sí, de un animal que abunda en el país, según tuvimos ocasión de verlo después. Este animal tiene la cabeza y las orejas de mula, el cuerpo de camello, las piernas de ciervo y la cola de caballo, cuyo relincho imita. Este hombre tenía también una especie de calzado hecho de la misma piel. Llevaba en la mano izquierda un arco corto y macizo, cuya cuerda, un poco más gruesa que la de un laúd, había sido fabricada de una tripa del mismo animal; y en la otra mano, flechas de caña, cortas, en uno de cuyos extremos tenían plumas, como las que nosotros usamos, y en el otro, en lugar de hierro, la punta de una piedra de chispa, matizada de blanco y negro. De la misma especie de pedernal fabrican utensilios cortantes para trabajar la madera. - Pigafetta en Puerto de San Julián

El día 19 de mayo de 1520, en Puerto de San Julián, descubren a los gigantes Patagonés, jamás vistos hasta entonces por los europeos. Los gigantes Patagones eran un pueblo de gigantes que apareció en los primeros informes europeos sobre la costa de la región de la Patagonia en la zona meridional de América del Sur. Pigafetta describe a estos seres y explica cómo sus vestimentas estaban hechas de la piel de un animal que abunda en la isla, el Guanaco (Camelus Huanacus, de Linneo).

El Guanaco es una especie salvaje típica de América del Sur. Como bien explica Antonio Pigafetta, este animal es de la familia del camello.

AVES DE DIOS O DEL PARAÍSO

Nos dio también para el rey de España dos aves muertas muy hermosas. Estas aves son del tamaño de un zorzal, tienen la cabeza pequeña y el pico largo, las patas del grueso de una pluma de escribir y de un palmo de largo; la cola se asemeja a la del zorzal; carecen de alas, pero en su lugar tienen plumas largas de diferentes colores, como un penacho, y todas las demás, con excepción de las que le sirven de alas, son de un color oscuro. Estas aves no vuelan sino cuando hace viento. Se dice que provienen del paraíso terrenal y las llaman bolon dinata, es decir, pájaros de Dios. - Pigafetta en las islas de los Malucos

Según el experto Enrique Martínez, otro gran descubrimiento en fauna fueron las denominadas aves del Paraíso o de Dios, que se encontraban en las islas de los Malucos.

Estas aves eran llamadas mamuchas o manucodiatas y tienen plumas de hermosos colores. Según cuenta Martínez Ruiz, los habitantes de aquellas islas creían que estas aves nacían en el paraíso, lugar donde suponían que estaban las almas de los que mueren, y aquellos reyes les tenían tal veneración que cuando salían a una batalla, aunque fueran por delante, se sentían seguros de que no iban a morir y saldrían vencedores por tener ese pájaro.

Martínez explica que debía haber varias clases de aves del Paraíso porque dos de ellas eran iguales y otra era completamente distinta. Las primeras tenían un pico de una pulgada de largo, la cabeza pequeña, el cuerpo de siete pulgadas de largo, y hasta el extremo de la cola de trece; y tenían alas, y no patas. La cabeza hasta los ojos era de pluma negra afelpada; desde allí, el resto de la cabeza y parte superior del cuello, de color amarillo, que más abajo se convertía en dorado, las alas eran de color café claro y debajo de las alas les salían plumas amarillas y blancas; formaban una especie de hermoso plumero, semejante a los que solían emplearse en los sombreros. En lugar de patas a cada ave le salían de la rabadilla (extremidad movible en donde están las plumas de la cola en las aves) dos plumas que a las cuatro pulgadas ya no tenían pelos.

La tercera ave se diferenciaba de las dos anteriores en ser roja y las plumas que le salían de debajo de las alas eran un poco más largas. Y, de la rabadilla, en lugar de los cordones de las otras, le salían dos cintas negras de veinte y cinco pulgadas de largo del ancho de una línea del grueso de un papel, y cuyo ancho era curvo en forma de media caña. Se decía que los había de todos los colores, y que con aquellos cordones o cintas se agarraban a la rama de un árbol cuando querían.

También pudieron admirar cantidad de variedades de papagayos, unos blancos, que llamaban los nativos catara, y otros rojos, de nombre nori, estos no solo eran admirados por su belleza, sino porque pronunciaban una gran cantidad de palabras con toda claridad. Así mismo, el experto Enrique Martínez afirma que además de estos papagayos, había otros muchos pájaros de gran belleza que eran una delicia para la vista y el oído.

Descubrimientos en flora

APIO

Había también hierbas, algunas de las cuales eran amargas, pero otras eran comestibles, sobre todo una especie de apio dulce (Appium dulce) que crece junto a las fuentes, del que comíamos a falta de mejores alimentos - Pigafetta en el Cabo El Deseado

El apio dulce fue uno de los descubrimientos más beneficiosos para la tripulación sin ellos llegar a saberlo, pues cómo nos cuenta Enrique Martínez “les procuró de Vitamina C, que les ayudó a mitigar el escorbuto, una enfermedad que se caracteriza por el empobrecimiento de la sangre debido a la carencia de esta vitamina. Lo que provoca manchas lívidas, ulceraciones en las encías y hemorragias”

CLAVO

El mismo día bajé a tierra para examinar el árbol que produce el clavo y ver de la manera como da su fruto. sus hojas se asemejan a las del laurel y la corteza es de color oliváceo. El clavo nace en la punta de las ramas pequeñas en ramilletes de diez a veinte. Este árbol carga más de un lado que del otro, según las estaciones. El fruto es al principio de color blanco, pero al madurar se enrojece, y cuando se seca se pone negro, En cada isla se da nombre diferente al clavo: le llaman en Tadore jhomodes, en Sarangani bongalaban, y chianche en las islas Molucas - Pigafetta en la Isla de Geailolo

El clavo es una de las principales especias en la expedición. Se producía en las islas Molucas, Geailolo, en el islote de Mare, entre Tadore y Mutir.

Pigafetta, a pesar de sus escasos conocimientos en botánica, describe a la perfección el árbol del clavo.

Los españoles cargaron en sus buques muestras de todas las especias, pero principalmente clavo, ya que había habido una excelente cosecha, según nos cuenta Martínez Ruiz.

CANELA

Las aldeas de Cavit y Subanín están situadas en las islas de Butuán y Calagán, donde crece la mejor canela. Si hubiéramos podido detenernos allí algún tiempo. Habiendo visto el canelo, puedo dar su descripción. La madera misma y las hojas poseen idéntico sabor de la corteza. Se la llama Cainmaná (de donde ha venido el nombre de cinnamomum) porque cain significa madera, y maná, dulce. - Pigafetta en Buruán y Calagán.

La canela, según Oviedo, primer cronista de las Indias español nombrado por el emperador Carlos V, se daba sobre todo en la isla de Motir, es un árbol que los tripulantes encuentran en lugares secos y encuentran parecidos con el granado.

NUEZ MOSCADA

En la época de cosecha se parece al membrillo, así por su forma y color, como por la pelusilla que la cubre; pero es más pequeña. La primera corteza es tan dura como la cáscara de la nuez de la Península; debajo hay una especie como tejido delgado o cartílago, y en seguida el macís, de un color rojo muy vivo, que envuelve la corteza leñosa, la cual contiene la nuez moscada propiamente dicha - Pigafetta en la Isla de Bacán

La nuez moscada la encontraron sobre todo en la Isla de Bacán, que es la más ancha y mayor de las islas del Maluco. El árbol es alto y extiende sus ramas casi de la misma manera que un nogal, nos comenta Enrique Martinez.

JENGIBRE

El jengibre no se da propiamente en un árbol, sino en una especie de arbusto que desprende del suelo vástagos de un palmo de largo, parecidos a los verduguillos de las cañas, a los cuales recuerda también en sus hojas, aunque las de jengibre son más angostas – Pigafetta en Tadore

El jengibre lo encuentra la expedición en todas las islas del archipiélago, se dan cuenta que una parte se siembra y otra crece por sí misma. Además, descubrieron que el jengibre se podía comer en verde como si fuera pan, una utilización de dicha especie que desconocían.