UNA PINTICA EN EL BARRIO

Senda 4
5 de enero de 2016

- La ciudad ha cambiado y ya no podemos pretender que la gente de los barrios baje para llegar a la plaza y jugar solamente acá. En las comunas la ciudadanía tiene toda una dinámica de vida y eso hay que respetarlo -. Así de contundente y directo fue Andrés Jaramillo, Director Artístico y Cultural de Corpocarnaval, la entidad responsable de la coordinación y organización logística del Carnaval de Negros y Blancos que sucede en Pasto, Nariño, al sur de Colombia, del 2 al 7 de enero.

Si hay una característica particular, si de buscar la diferencia con otras expresiones de carnaval en lo nacional y desde lo global se trata, se debe reconocer que en el juego radica esa esencia identitaria, casi única, absolutamente propia de la que goza el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto que es el juego, la capacidad que se tiene durante los días de carnavales de acercarse al otro para entrar en contacto, acariciarlo con el pretexto de untar una pinta de cosmético en sus mejillas y sentir el goce de la libertad carnavalera. 

Lo que se consideraba una manifestación a favor de la reivindicación de lo afro, cuando se juega cada 5 de enero en honor a los "negritos", resulta ser más un proceso de recordación y reconstrucción de memoria de las comunidades indígenas que, como lo refiere la experta Claudia Afanador, durante años a través de celebraciones religiosas como las dedicadas a San Sebastián o desde expresiones aún vivas como "Las Mojigangas" o las "Bandas de Yegua", siempre han tenido presente la figura de un "Negro". Generalmente es un hombre que tizna su piel de color carbón. Es el responsable de servir la chicha, animar al púbico y danzar por fuera a su propio ritmo. Es un símbolo del desorden. Todo apunta al parecer, que ese día de negritos dentro del carnaval de Pasto, hace alusión, no tanto a la memoria del día de descanso brindado a los esclavos negros en las fiestas previas al día de Reyes, como sí, a la de este divertido personaje de la cultura indígena que trasciende hacia lo popular. 

Mientras la fiesta del baile se concentra en la Plaza de Nariño y la Plaza del Carnaval, hacia afuera, en la periferia, en los barrios tradicionales de San Juan de Pasto, en lugares como las comunas 3, 4, y 10, el juego se viene recuperando. Jugar es corretear al otro hasta llegar a él, o a ella, y dejar el rostro, el cuello, las manos, el torso, todo el cuerpo, embadurnado con cosmético. Pero también está el juego más dulce, tal vez más tierno, una suave caricia sobre el rostro. La pintica, ese "untar" con el cosmético la mejilla, con apenas una pasada por el rostro. La pintica acerca, rompe el hielo, y es el primer paso para que el jugador entre en confianza. 

Niños, niñas y jóvenes, que hoy ya comenzaron a revivir el juego en el barrio, serán los llamados a cuidar una de las principales expresiones patrimoniales del Carnaval de Negros y Blancos. 
Una realización del equipo del Fondo Mixto de Cultura de Nariño y su Centro de Creación de Contenidos digitales. 
Gustavo Montenegro
Jorge Arias
Edgar Ruíz
Cristina Aza
Juan Carlos Santacruz