LA PALABRA COMO REFUGIO

Día Internacional de la Persona Refugiada y Desplazada

Libros humanos en el refugio de la palabra

Mientras la llovizna disimulaba el sonido de los murmullos, ellos y ellas reconocían el valor de la palabra en un cálido encuentro con el otro, con la memoria, con el reflejo, con el sonido, con el tacto y el abrazo que les recordaba que estaban vivos, que este es su territorio, que su voz es su fuerza, que juntos podían hacer de este, otro mundo posible.

La palabra circundó, se transportó, viajó para salvar, para sanar. Esa misma palabra arropó, protegió, abrazó y ofreció la posibilidad del encuentro, de compartir, de vivir. Lo revelaban sus ojos, sus pupilas atentas, sus oídos dispuestos, su voz entregada y su corazón libre para que los sueños sean experiencias y que en la medida que aprendieran, también enseñaran algo de lo que son, algo de lo que tienen, algo de lo que pueden ser.

Estas experiencias avivaron las instalaciones de la Gobernación de Nariño. Así, por medio del diálogo, fue posible compartir las vivencias que nos hacen florecer, abandonar los juicios y recordarnos en medio de la hermandad. Juntos conmemoraban el Día de la Persona Refugiada y Desplazada, haciendo del lenguaje, el refugio para re-construirnos como seres que sentimos. Libros humanos que, con danza, melodías, reflexión y origami, escucharon las palabras silenciadas de algunos de los 6,9 millones de personas víctimas del desplazamiento en nuestro país.

Voz de mujer, inspiración en las formas.

Una amena charla en medio del intenso frío brindó la calidez precisa para que cada grupo de hombres y mujeres dispusieran su ánimo y corazón al diálogo abierto que culminaría con el sello de un biblio-pasaporte en ese camino por cada Biblioteca Humana.

Melisa Herrera, egresada de la facultad de derecho de la Universidad de Nariño, miembro de la Colectiva "Caudillas", red de sobrevivientes por abuso sexual, fue la encargada de iniciar el recorrido para analizar nuestro lugar como seres humanos en medio de una sociedad que necesita la coherencia como bandera entre nuestro ser, estar, actuar y sentir.

Su mensaje: deconstruir imaginarios sociales respecto a lo que significa ser hombre y ser mujer, y luego enmarcarlo en el contexto de la guerra para entender el lugar de los hermanos y hermanas afectados por el fenómeno del desplazamiento.

Una niña, con uniforme de colegio, de aproximadamente 12 años, rotó el maní y las galletas que se encontraban ahí para compartir; la misma niña que habló de ser mujer entendiendo los patrones invocados por la sociedad: cabello largo, falda debajo de la rodilla, y “calladita se ve más bonita”. Palabras que reflejan en qué estamos, cómo nos construimos, a qué estamos respondiendo, y en esas 5 palabras, situarnos a la vez en esa posibilidad arrebatada de ser lo que se quiere ser, no lo que nos dicen que debemos ser, no de nuestro sentir desplazado, nuestra identidad moldeada, no refugiados en lo que se nos impone.

La siguiente biblioteca, una mujer rubia de ojos claros y acento hispano-italiano, habló de su experiencia como miembro de una sociedad de amigos que brindaron ayuda a inmigrantes provenientes de Afganistán que llegaron hasta Italia, en espera de ayuda humanitaria. Susanna Svaluto es su nombre y su testimonio giró en torno a un mundo que necesita ayuda, que necesita que el individuo genere un cambio a partir de la introspección. El fin de la violencia está en el encuentro, en el saber escuchar, en la posibilidad de compartir, de abrir los brazos para dar.

“Aquí se ha generalizado tanto la violencia que ya todos están acostumbrados, y yo no quiero acostumbrarme a eso, eso no debería ser, pero hay gente que resiste a esa realidad con sus sueños” Palabras que empoderaron al círculo que la escuchaba y que finalizó en un sentido abrazo grupal. La guerra es un asunto que hace víctima al mundo entero.

Al final del recorrido, después de tantear papeles multicolores a través del origami, después de reír y teatralizar los rostros, de escuchar pequeños cuentos que asombraron a todos, las siguientes bibliotecas cobraron vida para armonizar el camino de bienvenida a los seres renovados, reconstruidos, liberados.

Melodías de sanación, movimientos que liberan.

Una vez sellado cada biblio-pasaporte y luego de que el sonido y la danza armonizaran el encuentro, la conmemoración culminó con el agradecimiento de los asistentes por permitirse verse en el otro sin juzgar prominencia, hogar, territorio, condición. Memorable momento para con sinceridad volver a ser humanos.