Anatomía de un alienígena

Descubrimos los secretos de una de las criaturas más extrañas conocidas: el gusano de tubo gigante

Desde hace décadas nuestros telescopios observan el cielo en busca de otros planetas que puedan alojar la vida, y desde hace aún más tiempo los autores de ciencia ficción intentan imaginar qué cara podrían tener los habitantes de otros mundos. Sin embargo, no es necesario explorar el espacio profundo para encontrar criaturas que podrían haber salido de una película de la Guerra de las Galaxias. Ya tenemos muchas aquí en la Tierra, y una de las más extraordinarias vive en los océanos a miles de metros de profundidad.

Las fumarolas marinas son fuentes hidrotermales situadas en las profundidades oceánicas, de las cuales sale agua a temperaturas elevadísimas. En 1977 una expedición de geólogos marinos estaba explorando una de estas estructuras en el Pacifico cuando se encontró con algo inesperado: todo un ecosistema desconocido para la ciencia.

A pesar de las condiciones ambientales extremas y de la ausencia de luz animales complejos como peces, pulpos, crustáceos y otros prosperan alrededor de las fumarolas. El entero ecosistema es independiente de la energía solar para su sustentamiento. A la base de la cadena alimenticia encontramos colonias de bacterias llamadas "quimiosintéticas" que obtienen energía de los minerales que salen de la fumarola.

Las fumarolas marinas se encuentran sobre todo en correspondencia de las fracturas entre placas tectónicas. Los científicos acaban de empezar a mapearlas

Explorando las fumarolas del Pacifico los científicos también descubrieron enormes colonias de un animal que nunca se había visto antes. Un gusano marino de más de 2 metros de largo, de color blanco y rojo. Cada animal vivía dentro de un gran tubo quitinoso de donde dejaba emerger un amplio órgano en forma de pluma. La nueva especie fue bautizada con el nombre científico de Riftia pachyptila.

Esta criatura tiene unas características que, al menos desde nuestro punto de vista humano, son bastante sorprendentes. No solo puede soportar las variaciones extremas de temperatura del agua que se encuentran cerca de las fumarolas, sino también es capaz de acumular en su cuerpo elevadas cantidades de cristales de sulfuro sin sufrir daño. Además, no tiene boca, ni ano, ni aparato digestivo, así que aparentemente no puede alimentarse. ¿Cuál es su secreto?

Analizando en detalles los tejidos del animal los biólogos han encontrado la respuesta: Riftia pachyptila no necesita ingerir comida sólida para alimentarse. Solo necesita absorber del agua las substancias sulfurosas expulsadas por las fumarolas, y luego dentro de su cuerpo billones de microscópicos aliados hacen el trabajo por él. De hecho, el gusano gigante es literalmente lleno de bacterias quimiosintéticas que utilizan el azufre para obtener energía y producen moléculas orgánicas que alimentan a su huésped. Se trata de una simbiosis altamente compleja.

El gusano absorbe las substancias químicas que necesita gracias a su órgano en forma de pluma, que es de color rojo por la presencia de muchos vasos sanguíneos. Su sangre es del mismo color del nuestro porque para transportar las substancias sulfurosas utiliza la hemoglobina, la misma proteína que nosotros utilizamos para llevar oxígeno a nuestros tejidos cuando respiramos. Así que, a pesar de su anatomía de alienígena, Riftia pachyptila también tiene algo en común con nosotros.

Criaturas como Riftia pachyptila nos enseñan como la vida pueda ser muy creativa y desarrollarse también en los ambientes más hostiles. Los científicos sospechan que también en otros sitios del sistema solar, como las lunas Europa y Encelado, puedan existir fumarolas marinas. ¿Cómo podrían ser entonces los extraterrestres? Con toda probabilidad, más parecidos al gusano de tubo gigante que a nosotros.

Fuentes

Wikipedia; Ed Yong "I contain multitudes" (canal Youtube)

Imagenes y videos

Wikipedia; Pixabay; Divediscover.whos.epu; National Geographic; Ed Yong “I contain multitudes” (canal Youtube)