GABRIELA ZAPATA

Una mujer que fue prestamista, soberbia y que
 al final quedó sola

PABLO ORTIZ/MARCO CHUQUIMIA

Ya nadie habla bien de Gabriela Zapata Montaño. Al menos no ante el fiscal. Frente a los hombres que investigan el origen de la fortuna de la exgerenta de la CAMC, nadie recuerda una sola virtud. Ni siquiera su madre. Neyva Nieves Montaño de Zapata, paceña, 50 años, empresaria, que testificó el 19 de abril.

Habló sobre la importación del auto Mercerdes Benz que le incautaron a Gabriela, sobre cómo ella firmó los papeles sin poner un solo dólar para comprarlo. 

También dijo que no veía a su hija hacía dos años, que Gabriela no fue a Cochabamba cuando murió su abuela paterna. Tampoco fue cuando el padre de su padre pasó a mejor vida y no se apareció al velorio del padre de su madre, por más que se hubiera realizado en La Paz. "De todo este problema me enteré por la prensa. El entorno de Gabriela no deja acercarnos. Además, la vi bien asesorada", dijo y luego se negó a declarar sobre los bienes que amasó su hija. Antes de irse de la oficina 201 del edificio de la Fiscalía de La Paz, Neyva Nieves Montaño de Zapata, paceña, empresaria, madre de Gabriela, confesó: “Gabriela se alejó hace muchos años. Ni conozco la casa donde vivía. Gabriela era rebelde, no quería acatar las órdenes de la familia, entonces se fue alejando de manera paulatina”.

Los papeles de la Fiscalía, los seis tomos del cuaderno de investigaciones a los que EL DEBER tuvo acceso, cuentan una historia. Cuentan los últimos nueve años de la vida de Gabriela Zapata Montaño. La cuentan personas que estuvieron cerca. Su madre, su exmarido, gente a la que ella le prestó plata, mujeres y hombres a los que les pidió favores, cuentas de bancos y, finalmente, la misma Gabriela Zapata. Ni siquiera ella tiene algo bueno que decir sobre sí misma.

COSAS QUE NO CIERRAN

El 30 de abril de 2007, el día en que Gabriela Zapata asegura que tuvo al hijo de Evo Morales en un domicilio particular de la avenida 6 de Agosto de La Paz, el Banco Nacional de Bolivia le depositó 50 centavos de dólar por los intereses de los $us 750 que tenía en su cuenta. Si ese día ella tuvo un hijo, si no quería dar a luz en un hospital público donde el parto hubiera sido gratuito, Gabriela Zapata, 21 años recién cumplidos, pudo haber pagado una clínica privada.

Para ese momento, la cuenta del BNB muestra a una mujer de bajos recursos, radicada en La Paz, a la que le hacían depósitos cada uno o dos meses en Cochabamba. Consumía el dinero de forma lenta, antes de que la cuenta volviera a llenarse con depósitos siempre inferiores a $us 1.000. En 2008, la cuenta permanece inactiva hasta noviembre, cuando le vuelven a depositar $us 1.000, nuevamente desde Cochabamba y el dinero comienza a escurrirse lentamente, hasta que el 26 de diciembre le queda menos de un dólar.

Ya para entonces conocía a Hugo Carvajal Ayaviri, el hombre con el que se iría a vivir en 2009, con el que tendría una hija en 2010, se casaría en 2011 y se divorciaría en 2012. Así lo detalló en su declaración del 13 de abril.

Carvajal Ayaviri contó que conoció a Gabriela Zapata en una fiesta, que nadie se la presentó, que era 2007. También dijo que el noviazgo se fragüó en los cafés de La Paz, que cuando se fueron a vivir juntos alquilaban un departamento en el edificio Los Ángeles de la avenida Arce, que lo pagaba él y que el alquiler era de $us 100. Lo podría haber pagado ella. El año en el que nació su hija, Gabriela Zapata recibía depósitos de hasta $us 3.900 en su cuenta del BNB, pero esta vez, los abonos se hacían desde oficinas en La Paz.

EL DESPEGUE

Ese año, 2010, la joven pareja comenzó a progresar. Compraron un departamento por $us 45.000, de los que Zapata puso en efectivo 20.000. Además, era la jefa de hogar, la que salía a trabajar para llevar el sustento mientras Carvajal se quedaba en casa cuidando a la bebé. Dice que entre 2009 y 2010, la dejaba todas las mañanas en las oficinas de la ABC de la Mariscal Santa Cruz. "No hablaba mucho de su trabajo. Tenía un carácter explosivo, déspota y soberbio", declaró Carvajal.

Si los relatos coincidieran, Gabriela Zapata vivía con Hugo Carvajal cuando el hijo que supuestamente tuvo con Evo Morales falleció, el 2 de octubre de 2009.

Mientras el sicólogo y guía espiritual no preguntaba, el dinero seguía fluyendo. En 2011 le compró una oficina en Calacoto ($us 20.000). En 2012, adquirió de la familia Carvajal un terreno en la plaza de Mecapaca. Lo pagó en Bs 136.000. También compró la casa de la familia Carvajal en Huajchilla por Bs 200.000 y la puso a nombre de su hija. “Nunca me dijo de dónde provenían esos montos. Me decía que no me debería interesar, porque todo iba a ser para mi hija. Como yo no trabajaba, me insultaba diciéndome que era un mantenido y flojo”, declaró Carvajal Ayaviri. Así, el matrimonio naufragó a finales de 2012 y la sentencia de divorcio salió en 2014. El sicólogo y guía espiritual se quedó con el departamento y la vagoneta. El resto era de su exmujer.

LAS TÍAS

Con la compra de la oficina en Calacoto, Gabriela Zapata ganó una tía: María del Carmen Arce. Es muy probable que haya sido ella la que acompañó a Gabriela Zapata a entrevistarse con un abogado para pedirle que interceda ante Eusebio Gironda, abogado de Evo Morales, para que el presidente le pague el dinero gastado en la curación del supuesto niño, ya fallecido para ese momento (2010 o 2011). El abogado recuerda a Zapata como una mujer elegante, pero de ropas sencillas, acompañada por una mujer a la que decía tía y que era más morena que María del Pilar Guzmán, la otra tía de cariño de Gabriela Zapata.

Arce le comenzó a presentar gente. A través de ella conoció a Ximena Fortún, la hija del exministro de Hugo Banzer que en 2015 le daría en anticrético la mansión de La Rinconada por $us 260.000.

Tras el divorcio, vinieron las grandes ligas. Para 2014, la joven que había terminado 2008 con menos de un dólar en su cuenta bancaria, era una prestamista. Así lo declaró Miriam Noriega Bustillos, una peluquera con salón en la zona sur de La Paz. Un día, mientras volvía rubia a Zapata, le comentó que estaba tramitando un crédito del banco Bisa para terminar de refaccionar su casa. La joven, que ya era gerenta de la CAMC, se ofreció a prestarle $us 20.000 con un interés del 1,5% mensual, menos de lo que le cobraba el banco. Aceptó de inmediato. No fue la única. Juan Marcelo Valero, un vendedor de teléfonos celulares, necesitaba urgente $us 30.000 y escuchó que Zapata prestaba al 3% mensual. Dejó en prenda su Nissan Patrol 2011 y pagó $us 900 mensuales mientras juntaba el capital.

Zapata entregaba el dinero en efectivo, pero cuando sus deudores se disponían a pagarle, hacía que le depositaran el dinero en el banco Bisa. Abrió allí una cuenta en 2014 y, según el informe que esta corporación envió a la Fiscalía en abril, la exgerenta de la CAMC tiene guardados allí más de $us 160.000.

En el último año, además de los préstamos con intereses, comenzó a pedir favores para que depositen dinero en su cuenta. Así cayó Jimmy Morales, el chofer de Gestión Social que depositó $us 40.000 en su cuenta. También tuvo que declarar Verónica Pacosillo, a quien Zapata conoció en las juventudes del MAS en 2005 e invitó a almorzar el 16 de enero de 2016 y luego le pidió que le deposite $us 40.000 en su cuenta. Le aseguró que había olvidado su carné. Cuando tuvo que llenar el formulario sobre el origen del dinero, Zapata le aseguró que eran pagos de salarios atrasados. Luego, almorzaron en un restaurante de la zona sur y hablaron "cosas de mujeres".

Para ese momento, Gabriela Zapata compraba vagonetas de $us 111.000, pero no las ponía a su nombre. El 2 de diciembre de 2015 invitó a su casa de La Rinconada a Gastón Pablo Gutiérrez Lara, un amigo de su familia y lo convenció de que pusiera a su nombre una Nissan Patrol que se quería comprar. El dinero, le dijo, provenía de la venta de un terreno en Mecapaca, el que había comprado por menos de $us 20.000 a la familia de su exmarido y que vendió, asegura, por $us 900.000. Cuando la Fiscalía terminó de hacer sus cuentas, solo en 2015, había depositado más de $us 255.000 en el banco Bisa.

Todo ese dinero no le sirvió de mucho el 26 de febrero. El día que fue detenida, Gabriela Zapata quedó sola, a merced de sus dos tías: Pilar Guzmán y Carmen Arce. Mientras Arce quedó a cargo de su hija, Guzmán salió a los gritos de la Fiscalía gritando que el hijo que supuestamente tuvo con Evo Morales estaba vivo.

Desde ese momento, asegura en la declaración del 8 de junio, la única vez que habló ante un fiscal, fue rehén de una trama política para debilitar a su expareja. Ya estaba hundida en la cárcel y nadie que hubiera sido parte de su vida, tiene algo bueno que declarar sobre ella.