Sembrando esperanza con proyectos productivos y solidarios

Universidad Mariana excelencia educativa para la transformación social

Viajar a San Lorenzo (N.) es encontrarse con un paisaje agreste y de ensueño. Subir a un balcón de los andes donde se puede visualizar la belleza de varias regiones nariñenses. En esa riqueza natural del Departamento de Nariño vive Ferney Ortiz, un hombre del campo, quien a sus 16 años salió de su pueblo natal (San Lorenzo) a buscar suerte en el vecino departamento del Putumayo, sin embargo, como él cuenta, las “vainas” no salieron como esperaba.

San Lorenzo (N.)

Su permanencia en Putumayo fue por 5 años trabajando como raspachín, y tuvo que salir por una fuerte discusión con un árbitro en un partido de fútbol, quien lo sentenció:

Si quieres problemas conmigo afuera te espero sino yo mismo te voy a buscar y te aseguro que no vuelves a jugar.

Ortiz no sabía quién era el juez, que en últimas resultó siendo el organizador del evento y además un paramilitar. Un hombre peligroso en ese entonces. Cuando sus compañeros le contaron de quién se trataba le recomendaron que lo mejor era que se vaya de la región. Así lo hizo. Salió para un sector rural de Policarpa (N.) ahí siguió en el mismo trabajo. - Es que eso era lo que daba plata antes. Y no encontraba otras opciones - Recuerda Ferney.

Con lo que fue ganando montó un pequeño restaurante.

Empezó a entrar la guerrilla, ellos llegaban normalmente a comer. Pero hubo un enfrentamiento con los paracos y entonces, los que llegaron al restaurante fueron los paras y tuve que servirles porque si me negaba ya sabía lo que me ocurría. Sin embargo, alguien le sapeó a la guerrilla que yo atendí a los paracos, pero ¿qué más podía hacer si llegaron a mi local? y entonces los “guerros” la emprendieron conmigo. Hasta ahí llegó mi permanencia en la vereda de Policarpa y tuve que abandonar lo que había hecho por las amenazas.

Pasó luego a una zona rural de Chachagüí donde no encontró mejores condiciones de vida y decidió en el año 2008 regresar a su tierra para trabajar de la mano con su padre. Fue así como empezó a cultivar, entre otros productos, caña de azúcar y continuó con el negocio familiar de la panela. En el pueblo fue montando nuevamente su restaurante y entre sus buenas prácticas aprendió a producir panela pulverizada y saborizada. Fue cuando nació su próxima iniciativa: contar con una microempresa. Encontró que en la región habían personas que conformaban 13 familias desplazadas y por lo que había vivido se sintió identificado con ellas.

Entonces, se organizaron en una asociación y hoy han logrado reunir varios recursos para empezar la construcción de la productora. Actualmente, el lugar está en obra negra, pero lo que han conquistado hasta el momento es muy significativo. Todas estas familias con el liderazgo de Ferney hacen parte del grupo de Microfranquicias Solidarias de Occidente, una iniciativa de investigación aplicada liderada por la Universidad Mariana, el Servicio Nacional de Aprendizaje – SENA, la Secretaría de Desarrollo Económico y Competitividad de la Alcaldía de Pasto, la Asociación Colombiana Popular de Industriales – ACOPI y la Corporación Incubadora de Empresas de Nariño – CIEN. Con estas dotaciones y acompañamientos tanto en insumos técnicos, de construcción y de formación empezarán a producir en pocos días, siendo conscientes de que todo el esfuerzo aún no ha terminado sino que apenas es el comienzo del sueño de convertirse en una de las mejores microfranquicias de Delicias DJ, la firma comercial que ha decidido apoyarlas.

Caña de azucar, zona rural de San Lorenzo (N.)

Así narra la experiencia Ferney Ortiz, sobre lo que ha sido el emprendimiento de Rica Panela
Sloren Fashion
Otra experiencia de microfranquicia

Otra de las microfranquicias solidarias de occidente que se encuentra en San Lorenzo, está ubicada en el casco urbano y es una asociación de madres cabeza de familia que se dedican a la confección, entre ellas: Lucía de la Cruz, Mary Martinez, Nelly Gómez, Otilma Igidio, Mercedes Rodríguez, María Isabel Estrella; mujeres que han sido capacitadas y recibido apoyo en dotación necesaria para la producción. El lugar de venta tendrá el espacio para la exposición de las confecciones y los elementos de aseo; y otro lugar destinado para el taller de producción. Igualmente, este grupo de mujeres emprendedoras esperan abrir su local en pocos días, y convertirse en una microfranquicia que responda a la confianza de dos empresas que les apoyarán comercialmente con sus franquicias como Slogic y Sumi enlace.

Como estas dos experiencias hay 30 microfranquicias a lo largo del pacífico colombiano sembrando esperanza en la población vulnerable o víctimas del conflicto armado con trabajos concretos para mejorar las condiciones de vida de las familias colombianas que asociadas y organizadas han dado un paso importante, basadas en la economía solidaria, en la concreción de emprendimientos viables financieramente para la construcción de un mejor país.

Con el apoyo de: