Atapuerca

El origen de la humanidad es la gran incógnita que ha perseguido al hombre desde que comenzara a cuestionarse las teorías tradicionales vinculadas a concepciones religiosas de diverso tipo. 

El proceso hasta descubrir los métodos y las técnicas que llevarían al hombre a teorizar de forma científica y fundamentada acerca de sus orígenes ha sido largo, y en él han jugado un papel fundamental los yacimientos arqueológicos.

En este sentido, el afamado yacimiento de Atapuerca ha constituido un verdadero tesoro para el estudio del pasado de la humanidad y de los orígenes del hombre. Pues la riqueza fósil que posee tiene un valor científico inigualable.

La sierra de Atapuerca es una ligera elevación de 1085 metros sobre el nivel del mar que se encuentra a 15 km. de la ciudad de Burgos. Las cuevas que la conforman forman una secuencia subhorizontal de tres niveles de conductos, de los cuales han sido explorados 4,7 km. De ellos destacan el Sistema de Cueva Mayor-Cueva Silo, Cueva Peluda y Cueva del Compresor, y las entradas de kas cavidades de Trinchera, que son Sima del Elefante, Gran Dolina y Complejo Galería. 

La sierra de Atapuerca contiene toda una serie de yacimientos en cuevas y al aire libre. Los primeros son los de Portalón, Sima de los Huesos, Galería de las Estatuas y Galería del Sílex. A estos se suman los yacimientos al aire libre conocidos como Hundidero, Hotel California, Fuente Mudarra y Valle de las Orquídeas. Además, se estudia una instalación de lavado, secado y triado de sedimento en las áreas de río en las que se investiga acerca de la paleontología de pequeños vertebrados.

LOS ORÍGENES DE LA INVESTIGACIÓN EN ATAPUERCA

El yacimiento de Atapuerca, como ha sucedido con otros tantos yacimientos prehistóricos, fue hallado por azar. A finales del siglo XIX, como consecuencia de la incorporación del país a la Revolución Industrial, se construyó una línea de ferrocarril que atravesaba las estribaciones de la Sierra de Atapuerca y que, a pesar de no ser fructífera económicamente para sus promotores, dejó al descubierto los yacimientos del lugar, haciendo evidente este tesoro a profanos y avezados en el estudio de la historia de la humanidad.

Sin embargo, algunos de los yacimientos de este complejo arqueológico ya eran conocidos desde mucho tiempo antes, como es el caso de la Cueva Mayor en la que hay una inscripción de Fray Manuel Ruíz que data de octubre de 1645.

El yacimiento de la Edad de Bronce de Cueva Mayor fue descubierto en 1910 por Jesús Carballo y su estudio en los años posteriores generó una gran expectación, atrayendo al lugar a importantes arqueólogos de la época como fue el Abate Henri Breuil, gran figura del estudio del arte rupestre en Francia, o Hugo Obermaier, reconocido paleontólogo autor de la obra El Hombre Fósil.

Las expediciones espeleológicas se sucedieron durante los años cincuenta, dando origen al descubrimiento de una de las ramas laterales de la Cueva Mayor, conocida como la Galería del Sílex, que contiene restos que pertenecen a diferentes épocas que van desde el Neolítico a la Edad del Bronce.

Las primeras campañas arqueológicas como tal, fueron inciadas en 1973 por Juan María Apellániz, con el inicio del estudio de esta galería y de Portalón de Cueva Mayor. Once serían las campañas llevadas a cabo.

Después de que el ingeniero de minas Trinidad de Torres Pérez-Hidalgo hallara restos fósiles de humanos en el yacimiento conocido como Sima de los Huesos, mientras buscaba restos fósiles de oso para su tesis doctoral; se iniciaron las excavaciones modernas de estos yacimientos. Estas dieron lugar en 1984 al inicio de las excavaciones sistemáticas de la Sima de los Huesos que descubrirían la importancia y riqueza de este conjunto de yacimientos para el estudio de la evolución humana. 

En el estudio moderno de este yacimiento ha constituido una figura de referencia el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, que tras la jubilación de Emiliano Aguirre se convirtió en uno de los directores del Equipo de Investigación de Atapuerca, junto con José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell Roura, que cuenta con más de 150 investigadores y ha desarrollado excavaciones arqueopaleontológicas en el yacimiento desde 1978. 

Los puntos de trabajo de las campañas que lleva a cabo este equipo son cinco: los yacimientos de Trinchera del Ferrocarril, que incluyen la Sima del Elefante, Galería y Gran Dolina; los de Cueva Mayor, que son Portalón de Cueva Mayor, la Sima de los Huesos y la Galería de las Estatuas; el de Cueva del Mirador; el asentamiento al aire libre de Fuente Mudarra; y la Instalación de lavado, secado y triado de Sedimento. 

Uno de los hallazgos más renombrados de este equipo ha sido el del cráneo de Homo Antecessor (1997), ya que desde 1964 en que se había definido la especie de Homo Habilis, no se había publicado ninguna otra especie de Homo. Además, este descubrimiento fue especialmente interesante porque se propuso a esta especie, el Homo Antecessor, como el último ancestro común con los neandertales. Lo cual ha tenido no pocas críticas y ha generado gran polémica ya que este eslabón de unión entre los neandertales y el género Homo ha sido una de las grandes incógnitas por la que se han preguntado muchos paleontólogos desde que se aceptara el origen africano de la especie humana.

Sin embargo, es necesario de decir que el yacimiento de Atapuerca y la investigación en Prehistoria son elementos vivos, como cualquier investigación las nuevas incógnitas que se hacen o hagan los investigadores e investigadoras en el futuro pueden cambiar lo que hasta ahora nos ha revelado este magnánimo yacimiento. 

Pero lo que nunca podrá modificarse es la importancia de cuidar y conservar tesoros arqueopaloentológicos como es el Yacimiento de Atapuerca, pues constituye una fuente de conocimiento incesante acerca del pasado más remoto de la humanidad, de la incógnita que a todos nos ronda en la cabeza: ¿cuál es el origen de la humanidad?

Nada está escrito a fuego. La historia de la evolución humana a través del estudio de los restos de Atapuerca sigue cambiando con cada nueva campaña y con cada granito de arena que los investigadores aportan al conocimiento de nuestro pasado.