11 de Abril de 2002  

Golpe de Estado, La verdadera historia

El 9 de abril de 2002, La Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras) junto La Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), dirigida por Acción Democrática (AD) llamaron a un paro general, como parte de una serie de maniobras emprendidas por la derecha venezolana con el propósito de derrocar el gobierno constitucional de Hugo Chávez.

Este segundo llamado a paro se generó a pocos meses del que se llevó a cabo el 2 de diciembre de 2001, en "protesta" por la aprobación de 49 leyes habilitantes.

Esta nueva acción desestabilizadora representó el inicio y la activación del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, cuando la autodenominada Sociedad Civil convocó a una marcha de protesta contra el Gobierno Bolivariano, dicha concentración contaba con permisos civiles y de tránsito para que se llevará a cabo entre Parque del Este y PDVSA Chuao, pero el movimiento golpista apoyado por una nutrida cobertura mediática por parte de todos los medios de comunicación privados decidieron activar el plan conspirativo desviando la marcha hacia al Palacio de Gobierno ubicado en Miraflores.

El alcalde del Municipio Libertador, Freddy Bernal, denunció por televisión las irregularidades de la marcha y el llamado a dirigirse al Palacio; mientras que otros líderes revolucionarios llamaban a concentrarse el Palacio de Miraflores.

Aproximadamente a las 2:35 de la tarde El General Lucas Rincón, Inspector General de las Fuerzas Armadas, se pronunció junto al Alto Mando Militar en cadena nacional de televisión para señalar que sólo existían algunos focos de violencia, que ningún oficial había renunciado y que el Presidente Chávez estaba en su despacho.

Francotiradores y efectivos de la extinta Policía Metropolitana cosechaban los primeros muertos. En Miraflores, el pueblo se manifestaba dispuesto a defender la Revolución. La Guardia Nacional y la Policía Metropolitana acuerdan mantener cordones y varios puntos de seguridad por los alrededores de la sede del Ejecutivo, para evitar el choque entre los manifestantes de una y otra postura política.

Puente Llaguno, en la avenida Urdaneta y la avenida Baralt, se transforman en escenario de dolor. En el interior del Palacio Blanco cae con un tiro en la cabeza Tony Velásquez, funcionario de la Disip, quien marca el inicio de las víctimas por la acción de francotiradores ubicados en los edificios adyacentes a ambas avenidas.

Comienzan a ser abatidos, por francotiradores y policías, manifestantes bolivarianos ubicados en la cercanía del Palacio de Miraflores. La violencia se desata y la confusión se apodera de la avenida Baralt. La Policía Metropolitana arremete contra los seguidores del Presidente, policías infiltrados como civiles se mezclaban entre los marchistas de la oposición y estalló la violencia de ese lado, el saldo de víctimas fue de 19 muertos y los heridos superaban los 100.

La conspiración de los medios 

Sin tapujos y con descaro, dueños y editores de periódicos promueven la propaganda de guerra. "Ni un paso atrás" fue el titular de la primera página del El Universal. El Nuevo País se dejó de rodeos y fue directo al grano, en su titular no escondió su intención golpista: "Los militares tienen la palabra”. El Nacional, realizó una inusual edición extra que lanza a la calle antes del mediodía, en la cual se dejaba leer a ocho columnas lo que estaba por ocurrir: “La batalla final será en Miraflores”.

Los medios de comunicación privados sustituyen la programación habitual con un operativo conjunto sin interrupciones y prácticamente en cadena, metiéndose de lleno en la conspiración que se gestaba, Venevisión al mando, mostró imágenes manipuladas de activistas bolivarianos apostados en Puente Llaguno disparando hacia la Av. Baralt. Estas imágenes servirían para inculpar al Presidente Hugo Chávez de las muertes que los francotiradores y agentes conspiradores ocasionaron durante el mediodía. Se trató del punto álgido de la agenda golpista. En ella incriminaron a quienes defendían a la población desde Puente Llaguno contra los disparos de la Policía Metropolitana y los francotiradores.

…"Esa basura que se llama el  Canal 8 va fuera del aire " 

El punto final del golpe fueron las declaraciones del Alto Mando Militar con el pronunciamiento de oficiales traidores de la entonces Fuerza Armada Nacional, que exigían la salida del Presidente con el supuesto respaldo de la "sociedad civil". La señal del canal del Estado, Venezolana de Televisión, sale del aire por orden del gobernador de Miranda, Enrique Mendoza, "...Los vamos a sacar de Miraflores, les quedan pocas horas y van a salir por las buenas o por las malas de Miraflores...", dijo frente a las cámaras de un canal privado de televisión que a esa hora transmitía para toda Venezuela.

La "advertencia" se cumpliría sin demora, y fue más allá, cuando las instalaciones del Canal del Estado fueron tomadas policialmente y clausuradas, sin protesta de ningún tipo por parte de los organismos que se dicen defensores de la libertad de expresión. Nada dijo el Colegio Nacional de Periodistas, tampoco la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA), que tenía meses solicitando al gobierno "garantías" para que se respetara la Libertad de Expresión e información, mucho menos los canales de televisión privados y los medios escritos que acusaban constantemente al Presidente Chávez de querer cerrarlos.

"¡11 de Abril! ¡Tremenda prueba aquella a la que fue sometido el pueblo venezolano! ¡Bendito seas pueblo mío! ¡Viviremos y Venceremos!", Hugo Chávez Frías.