"El crimen no paga"
Ser un pran es vivir al filo de la muerte
La lista de los delincuentes "más buscados" ha ido creciendo desde la década del 90. Su perfil y técnicas criminales han mutado con los años, pero su final siempre es el mismo: la muerte temprana y violenta.
Una vida de terror hasta el último minuto de su existencia describe a quienes se suman a las filas del hampa.
Ingresan al mundo delictivo antes de pisar
la adolescencia, muy rara vez, superan
los 40 años de vida.
Los involucrados en hechos delictivos van desde "pranes" (jefes de bandas o cárceles), hasta"luceros" (quienes cobran las vacunas y hacen los mandados), y “gariteros” (encargados de la vigilancia y seguridad) . Por sus delitos, tarde o temprano, son confinados a la cárcel y allí sentenciados a muerte
por rivales o enfermedades agudizadas por el encierro.
Dormir con un ojo abierto y otro cerrado hace la diferencia
entre vivir o morir en las cárceles. Los privilegios dependen
del pago de grandes sumas de dinero para preservar la vida.
No hay descanso, ni de noche ni de día para maleantes
que compiten entre ellos por una posición dentro
de la estructura delincuencial: sus trofeos son las vidas
de otros. En muchos casos la de jefes.
Los jóvenes que se suman al delito buscan un tipo
de reconocimiento que no encontraron en su vida
familiar o estudiantil.