Un oficio en extinción

Pepita es la última remendadora de redes de Santa Pola

Pepita Ruiz Sempere

Lanzada al suelo, como si ese suelo fuese el propio mar, como si esa red ya se encontrara cumpliendo su objetivo de peces, se encuentra esparcida la malla que Pepita teje. Sus manos, curtidas por la edad, marcadas con los surcos que deja el tiempo en señales de victoria siguen moviéndose para dar forma a la red de trasmallo que capturará a los peces.

Con la crisis, muchas familias han vuelto a vivir del mar, recuperando las artes de pesca tradicional

Pequeños barcos de entre 8 y 12 metros de eslora -algunos incluso sin puente- cargados con una pequeña grúa para recoger las redes, son el salvavidas para las familias marineras, y las redes artesanales son el único medio para obtener la preciada gamba roja.

Como muchas otras profesiones, la pesca en busa fue sustituida por otras técnicas diferentes, muchos cambiaron este oficio por otros más modernos o con más beneficios económicos. Pero ella siguió tejiendo, sus manos continuaron enlazando cuerdas, formando redes pese a todo lo que acontecía a su alrededor.

Pero al igual que el agua vuelve a su cauce, la pesca tradicional retoma nuevamente la costa santapolera, y su actividad marinera vuelve a recobrar con fuerza su fuente de ingresos a través de la pesca. Porque incluso su turismo y su gastronomía van ligadas al mar.

En el puerto, algunos hombres tejen las redes de pesca, pero son las manos de Pepita las únicas que guardan los secretos del arte de la confección de las redes de busa. Cada una de las puntadas da sentido a quien no ha dejado de tejer sueños, a enredar historias, a atrapar ilusiones...