Los ciclos Solares

en el ¿cambio climático?

La temperatura de nuestro planeta viene determinada en gran parte por la energía (en forma de luz y calor) que recibimos del Sol y la posición que tenemos respecto hacia esta estrella. 

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Aunque aún no se ha llegado a un acuerdo unánime, se tienen varios y contundentes indicios de que el discurso de los ciclos solares, afectan a la climatología terrestre. Existen pruebas que confirman una relación más directa entre los ciclos solares con los vientos o circulación atmosférica que con la temperatura. Este hecho ha llevado al pensamiento, quizás precipitado, de que la actividad solar no tiene una incidencia significativa en el cambio climático

La relación entre la actividad solar y la estabilidad de nuestro clima, es verdaderamente compleja, pero no por ello menos real. Su estudio a día de hoy, no se entiende sin un grupo interdisciplinar de expertos en diferentes áreas de la física, la geología y la química entre otras. Entre ellos, el debate científico se torna arduo a la vez que apasionante. Se sabe, que la actividad solar tendrá un impacto fulminante en la vida de la Tierra a largo plazo; a medida que el sol envejezca, pasará de ser una estrella amarilla mediana a una roja gigante. Emitirá una mayor cantidad de energía, acelerando un efecto invernadero con consecuencias devastadoras… dentro de millones de años.

¿Pero... qué consecuencias tiene a corto plazo?
 
¿Acaso tiene que ver algo con el calentamiento global?

Probablemente. 

La luminosidad media que recibimos del Sol es de 1366W/m2 durante los 11 años que dura un ciclo solar, varía un 0.1%. Los máximos solares son los momentos cúlmenes en los que la radiación es máxima, y durante el cual aparecen gran cantidad de manchas solares. Un mínimo solar, por el contrario, la cantidad de manchas solares es significativamente menor.

 Algunos expertos opinan que estas variaciones no son lo suficientemente significativas como para modificar la temperatura de nuestro planeta. ¿O sí?

   Citando una de las pruebas que muestran como la actividad solar afecta a la atmósfera terrestre, el óxido nitroso (N2O) que se forma por partículas energéticas solares y rayos cósmicos en la estratosfera tiene capacidad de disminuir los niveles de ozono en porcentajes moderados. Esta prueba, fue descrita por Charles Jackman, del Centro Goddard para Vuelos Espaciales (Goddard Space Flight Center, por su nombre en inglés). El ozono absorbe la radiación UV, a menor cantidad de ozono, mayor cantidad de rayos UV que llegan a la superficie de la Tierra, teniendo capacidad para influir en el llamado efecto invernadero.

El mínimo de Maunder fué un periodo comprendido entre 1645 y 1715, en el que apenas se registraron manchas solares (mínimo solar). 
Este periodo coincidió con la parte más fría de la pequeña edad de hielo.
Se dieron inviernos muy fríos en Norte América y Europa.
A día de hoy se sigue debatiendo la relación entre ambos fenómenos.

     Siguiendo la línea de Charles Jackman, Isaac Held, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (National Oceanic and Atmospheric Administration) o NOAA, dijo que"El enfriamiento de la estratosfera polar asociado con la pérdida de ozono incrementa el gradiente horizontal de temperatura cerca de la tropopausa". Este cambio en el rango de temperaturas, provoca alteraciones en el curso de las tormentas en la superficie terrestre. Pudiendo así tener consecuencias sobre la estabilidad del clima

Las auroras boreales son la muestra visible de la resistencia que el campo magnético terrestre opone a las tormentas solares.
Normalmente aparecen en las áreas cercanas a los polos.
Pero en 1958, México tuvo la suerte de poder disfrutar de este espectáculo debido a una gran tormenta solar, ocurrida durante un mínimo en el ciclo de nuestra estrella.

Habitamos en un planeta que no vive ajeno a los factores que le rodean. Resulta intuitivo pensar que el mismo cuerpo celeste que genera vida en él, modula los condicionantes de la misma según su actividad -los ciclos solares-.

A falta de un consenso científico y una integración equilibrada de los estudios y pruebas que investigan estos fenómenos, no sería osado decir, que la actividad de nuestro sol, sí que tiene efectos a corto plazo en el clima de nuestro planeta. Es por ello, que el estudio de su "fisiología", puede ayudarnos mucho a comprender nuestro papel dentro de este perfecto sistema.

Fuente principal: "Variabilidad solar y clima terrestre", 19 de enero de 2013

https://ciencia.nasa.gov/ciencias-especiales/08jan_sunclimate