Le cambio este lugar por uno más digno


A tres años del desalojo del centro comercial Bazar de Los Puentes, en el centro de Medellín, los vendedores  — y sus clientes — siguen en un andén, a la espera de una reubicación y con ella mejores condiciones de trabajo. Con la esperanza de tener un lugar pronto, las obras para el nuevo bazar iniciarán apenas en el 2018.

Por Sara Lopera, Carolina Ruiz, Ana María Velásquez y Mariana White L.

El grupo de venteros ubicados bajo el viaducto del Metro, desde la estación Prado hasta la del Parque Berrío, conocidos como los cambalacheros, cumplen tres años allí. Esta apropiación del espacio público se dio luego de que la Policía los desalojara en el 2014 de las plataformas A y B del Bazar de Los Puentes, centros comerciales donde realizaban su trabajo. Desde entonces buscan una reubicación, siempre bajo el lema: "todos juntos o nada".

Aunque estar en la acera, “al sol y al agua”, les favorece por la afluencia de clientes, son más los aspectos negativos: el deterioro de sus productos, la falta de condiciones dignas de trabajo, la inseguridad del sector y la incertidumbre de no tener un lugar que les pertenezca. Por eso, y por la forma en la que fueron despojados de su antiguo lugar de trabajo, decidieron no moverse de allí hasta que les asignen un nuevo sitio apto para sus ventas.

Sin embargo, de ese primer grupo de más de 400 personas que se vieron obligados a dejar el Bazar y desplazarse hacia los bajos del Metro, solo quedan alrededor de 150, según María Eugenia Valencia, líder de los cambalacheros desalojados. Los demás fueron reubicados individualmente en otros centros comerciales y otros desistieron del trabajo por diferentes razones. Con el tiempo se han sumado otros vendedores informales que encontraron en el nuevo lugar una oportunidad de trabajo.

Una promesa que espera ser cumplida

El Plan de intervención en el Centro de la administración actual, que cuenta con 270 mil millones de pesos -para invertir en tres años-, incluye obras como la Galería Bolívar, una conexión entre el Parque de San Antonio y la Plaza de Bolívar a través de paseos ambientales y peatonales. Esta obra "inicia en San Juan en los bajos del Metro de Medellín y se extiende hasta el Museo de Antioquia para encontrarse con la Avenida La Playa", según información de la Alcaldía.

Algunos cambalacheros temen que tal obra los afecte y de nuevo sean desplazados. Sin embargo, Jesús Aníbal Echeverri, presidente del Concejo de Medellín, afirma que Galería Bolívar no llegará hasta allí y que para ellos se planea la construcción de un centro comercial, una especie de bazar al aire libre, donde podrán trabajar bajo condiciones dignas y apropiadas.

Echeverri explica que el proyecto, que cuenta con un presupuesto de 5 mil millones de pesos, tendrá 220 módulos y dos placas polideportivas. «Nos quedarían faltando aproximadamente 150 personas que serán ubicadas en la Plataforma C y en otros centros comerciales como Juanambú y Bolívar Prado», comenta.

Además, aclara que la reubicación será exclusiva para aquellos que salieron en 2014 de las plataformas A y B, a partir de un censo que ya realizaron y otro que elaboró María Eugenia Valencia, líder de los cambalacheros. Sin embargo, se estudiará detalladamente cuántos de los desalojados aún permanecen en el lugar, y quiénes cumplen con las condiciones que los hagan merecedores de un espacio dentro del proyecto, por lo que es probable que algunos vendedores informales que trabajaban a los alrededores del antiguo bazar, sean tenidos en cuenta.

Si bien entre dichos censos existen diferencias numéricas, se espera que en la Plataforma C, que en la actualidad sólo cuenta con el 30% de locales activos, se puedan ubicar los venteros restantes que hacen parte del censo realizado por Maria Eugenia.

Por otro lado, los cambalacheros reciben una serie de capacitaciones ofrecidas por la Secretaría de Desarrollo Económico e Interactuar. Ellos tuvieron prioridad en este proyecto que atiende a 410 comerciantes informales ubicados en la Comuna 10, para enseñarles estrategias de mercadeo y ventas, administración del dinero y distintos aspectos financieros para que tengan bases sólidas a la hora de dirigir su negocio.

Aunque la esperanza de un nuevo lugar alienta a los cambalacheros, la fecha de su traslado aún no está definida. Según Jesús Aníbal Echeverri, la construcción del nuevo bazar iniciaría en enero del 2018 y se terminaría a mediados del mismo año. Sin embargo, la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU), encargada de la obra, maneja información diferente, pues según ellos, el proyecto Bazar de los Puentes se encuentra en etapa de diagnóstico y la ejecución de los diseños está en curso; «la construcción está proyectada para comenzar en el segundo trimestre de 2018 y la entrega del espacio a la comunidad se estima que se hará en el primer trimestre de 2019», afirman.

Y mientras tanto…

Elkin y María Eugenia, entre muchos otros, están a la espera del nuevo bazar. Les urge, pues en la actualidad están expuestos a problemas de salud ocasionados por las condiciones del clima, la contaminación y el estrés, y a la inseguridad que aqueja al sector y propicia la pérdida de clientes y la afectación de su imagen como comerciantes.

Las mercancías tampoco cuentan con un lugar que les asegure su buen estado. No solo están expuestas al sol y al agua; día tras día, los cambalacheros deben pagar por un lugar donde les guarden sus productos una vez terminada la jornada, más el pago de la carretilla y los ayudantes que se encargan del transporte hasta el sitio de venta y viceversa.

A esto se suma que cada vez son más personas bajo el viaducto. Según los Valencia hoy hay más de mil, entre los antiguos del Bazar y las nuevas personas que ha llegado en estos años, de los cuales algunos aprovechan para ventas ilegales.

Manifiestan que cada vez el sector se vuelve más peligroso y reprochan la ausencia policial: "En un mes ya van dos muertos por la delincuencia aquí; nos estamos viendo muy afectados, ya no se ve ni un policía. Nosotros hemos pedido ese acompañamiento de ellos pero solo vienen al finalizar el día para decirnos que recojamos el puesto", dice Octavio Valencia, esposo de María Eugenia.

El presidente del Concejo cree que la ciudad necesita plena vigilancia en todos los aspectos como parte de una solución al tema de inseguridad. Por eso, asegura que el Centro tendrá mil cámaras de vigilancia que, según él, ayudarán a controlar la situación, y también estará acompañado por la fuerza pública. Medidas tomadas en aras de «motivar a volver al Centro». Pero, ¿será eso suficiente para combatir las problemáticas sociales del sector, entre ellas, la abundancia de personas en situación de calle, el microtráfico y la violencia? Por lo menos, en este caso, se necesitan estrategias de fondo para que la delincuencia no se traslade con los cambalacheros al nuevo sitio.

La Gerencia del Centro, a cargo de Pilar Velilla, también se ha expresado al respecto de la situación de más de 9 mil trescientos vendedores informales de la Comuna 10 de Medellín, entre los que se encuentran los cambalacheros. En una entrevista realizada por este medio en marzo de 2017, Velilla explicó que todas las obras de la Intervención del Centro contemplan a los vendedores informales, pero que no todas las personas que están dentro de este registro deben estar en el espacio público, pues no todas tienen una vulnerabilidad socioeconómica.

En cuanto al nuevo Bazar, Velilla acepta que no tendrá la capacidad para todos lo que hoy se encuentran en los bajos del viaducto, pero asegura que se está pensando en otras alternativas para quienes no reciban un módulo. Esto se logrará con un aforo que está realizando la Gerencia para saber cuántos vendedores informales soporta el Centro Histórico de forma organizada y con espacios delimitados. Por eso, se buscarán espacios adecuados para las personas que se queden sin lugar de trabajo.

Lo cierto es que entregado el nuevo Bazar no podrán estar en el viaducto porque, como expresa Jesús Aníbal Echeverri, para este tramo hay otros planes de intervención a futuro. Por todo lo anterior, muchas familias están a la espera de los resultados del Plan de intervención del Centro para tener seguridad de cómo van a subsistir de ahora en adelante.

Aunque los venteros esperaban la finalización de la obra este mismo año, su construcción todavía no ha iniciado. Sin embargo, la promesa de un nuevo bazar con las condiciones necesarias para su tranquilidad, es un primer intento de reconocer a estas personas, muchas veces estigmatizadas por vender productos de segunda, pero que realmente se encargan de reparar, reutilizar y devolverle la vida a lo que para otros es basura. Un nuevo lugar significa poder trabajar dignamente.

El desplazamiento de los cambalacheros