Los venezolanos quieren propuestas, no peleas ni cuentos de camino
Luego de la instalación de la Asamblea Nacional el pasado 5 de enero, los venezolanos están a la expectativa de saber y experimentar, cuáles serán los cambios que podrán mejorar la calidad de vida y aminorar la crisis económica.
Sin embargo, desde mi punto de vista, existe un peligro de que se privilegien las coyunturas polÃticas frente a las demandas sociales.
Por un lado, el Gobierno atraviesa una crisis interna, donde se debaten liderazgos viejos y nuevos para asumir cargos de preponderancia, ya sea desde el campo institucional o dentro de la estructura partidista del Psuv. Hasta ahora, no hay propuestas económicas ni sociales que manifiesten una intención del ejecutivo por acabar con la crisis nacional que atraviesa Venezuela.
Por su parte, la oposición posee una cartera de propuestas legislativas que pueden contribuir a mejorar la situación económica de los venezolanos, pero cuando se evidencia que el debate público se reduce a la polémica de unos cuadros y a la confrontación que busca el Gobierno, no se está incentivando el cambio por el cual muchos venezolanos votaron por la opción de la Mesa de la Unidad Democrática.
Es importante que la clase polÃtica nacional, independientemente de la tendencia, pueda entender que más allá de las pugnas polÃticas, existen ciudadanos esperando respuestas a sus necesidades y problemáticas. La comunidad universitaria espera por nuevas leyes que democraticen la universidad con un presupuesto digno, donde se respete la autonomÃa y la academia recupere su importancia. Los empresarios y nuevos emprendedores esperan medidas económicas que impulsen sus negocios. Los sindicatos esperan que se revalorice el trabajo con un sueldo plausible. Los jóvenes esperan incentivos para estudiar, trabajar y producir aquà en Venezuela. Los venezolanos quieren propuestas y soluciones, no peleas ni revanchismos.
Indudablemente esta tarea no es fácil, la realidad polÃtica pueden condicionar las expectativas colectivas. Los atropellos cometidos por el Gobierno pueden argumentar fácilmente un resarcimiento por parte de la oposición. Pero, si la promesa es el CAMBIO, la confrontación se debe acabar, ya que en los últimos 17 años el estado "natural" de Venezuela ha sido de disputa y polarización.
Un primer paso para construir una Venezuela de cambio real es el trabajo parlamentario en compañÃa de los ciudadanos, se debe escuchar qué tiene que decir cada individuo sobre las propuestas que maneja la Asamblea Nacional.
Se debe innovar, la deliberación ya no puede ser una práctica exclusiva de los diputados, sino una práctica común de cada miembro de la sociedad para el mejoramiento en la calidad de vida, asà como para renovación de la cultura polÃtica y ciudadana del paÃs.
También, los ciudadanos desde sus espacios deben organizarse y elevar iniciativas para la Asamblea Nacional, asà las propuestas obtienen legitimidad y respaldado técnico. Un claro ejemplo de ello es el recién creado Bloque Constitucional, cuyo primer trabajo fue la redacción de la Ley de AmnistÃa y Reconciliación Nacional.
Aún queda mucho trabajo por hacer. La consolidación del cambio que aspiran los venezolanos, se logrará con la eventual salida del gobierno de Nicolás Maduro por uno de mayor representatividad y legitimidad. Pero, también se logrará con la apertura polÃtica de los partidos y sus dirigentes hacia los ciudadanos.
Por esas razones, desde ya, se necesita la oferta de un nuevo modelo que sustituya al socialismo del siglo XXI. La respuesta para la formación de ese nuevo plan está en cada una de las propuestas emitidas por las fuerzas vivas del paÃs.
Por ejemplo, el año pasado la UCAB publicó un documento denominado: De la UCAB al paÃs que queremos. Propuestas Venezuela 2015, que puede sugerir ciertas directrices sobre los caminos a tomar, para la construcción de un nuevo proyecto nacional con mayor inclusión.
Por último, los partidos polÃticos no deben olvidar, que quienes en el pasado fueron espectadores anónimos de la polarización y la confrontación, hoy quieren ser protagonistas de la reconciliación y el cambio. Hay que aprovechar esta oportunidad y empezar a trabajar en función de ello, porque la sociedad demanda respuestas.