Venezuela: ¿Y si llegan los cascos azules?

El pasado viernes 13 de mayo, en el marco de la Cumbre Concordia, el ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez sugirió que un "país democrático" debería proporcionar personal de sus fuerzas armadas, para ofrecer “protección” a la oposición venezolana por los abusos cometidos frente al régimen de Nicolás Maduro. Sin embargo, en cuestión de minutos voceros oficialistas y opositores rechazaron dichas declaraciones.

Se evidencia, que la sola posibilidad de intervención militar extranjera, despierta alarmas en distinto sectores políticos por muy antagonistas que puedan ser. Pero en medio de una crisis humanitaria, que cada día se profundiza más, no resulta descabellado ni acto de traición pensar en un escenario donde tengamos misiones de paz de las Organización de las Naciones Unidas.

Consultando un ejemplo cercano en el espacio y tiempo, si nos remontamos al Haití de 2004, se puede observar similitudes realmente preocupantes, sobre todo a nivel de posibles escenarios de desenlace para los próximos meses en Venezuela.

Durante la tercera presidencia (2001-2004) de Jean-Bertrand Aristide, Haití vivía una situación de alta tensión política. La Organización de Estados Americanos ya había enviado 23 misiones para aminorar la crisis interna. Además, se había emitido una resolución, que exigía la creación de una institución electoral, donde estuviesen representadas todas las organizaciones políticas, cuya misión fundamental fuera la ejecución de unas elecciones libres y democráticas.

No obstante, la oposición de aquel momento se negaba al dialogo para buscar una salida electoral. La Iglesia Católica a través de la Conferencia Episcopal haitiana también, intentaba impulsar un acuerdo minino para salir de la grave crisis que vivía ese país. La idea de la Iglesia se basaba en la creación de un consejo de 9 miembros, que representaran a todas las fuerzas vivas del país para trabajar junto a Aristide, en función de una salida a la crisis. Esta propuesta fue rechaza por la oposición.

Por su parte y a espaldas de la comunidad internacional, Aristide no mostraba realmente una disposición para dialogar con la oposición, solo mostraba dicho interés frente a los medios de comunicación. De igual forma, se sostenía que el gobierno haitiano se apoyaba en la policía nacional y en grupos armados para reprimir las protestas de la oposición en las zonas populares.

Este rechazo al dialogo por parte de los actores políticos; promovió la creación de grupos más radicales que no creían en soluciones por vías democráticas para ponerle fin a la crisis humanitaria. Esto dio pie al surgimiento de la lucha armada a través de grupos como el Frente de Resistencia de Artibonito y el Nuevo Ejército, que cobraron la vida de cientos de personas mientras tomaban ciudades del interior. Para febrero de 2004, luego de muchos intentos de buscar una salida pacífica a la crisis, Aristide fue derrocado.

Luego de esta interrupción del orden constitucional, la ONU intervino con el envío de una Fuerza Multinacional Provisional y luego con una Misión de Estabilización de las Naciones Unidas.

A pesar de las intervenciones de la ONU y el apoyo de la comunidad internacional, Haití aún carece de mucha voluntad para avanzar, ya que el cambio debe nacer del seno de las sociedades y no por las intervenciones de terceros.

Venezuela hoy atraviesa un contexto muy similar al de Haití de 2004; no existe el dialogo para buscar la salida de la crisis; existe represión durante las manifestaciones de la oposición, en muchos casos el amedrentamiento viene de parte de grupos armados al margen de la ley; y las alternativas planteadas por otros actores de la sociedad y organismos internacionales, no son escuchadas.

Ante este escenario, se formulan dos interrogantes, la primera es por cuánto tiempo más podrá soportar la comunidad internacional para tomar acciones contra la crisis que atraviesa Venezuela; y la segunda es si una intervención extranjera sería una solución duradera a la crisis que padecen los venezolanos.

Estamos en un punto de inflexión, si no queremos llegar a escenario similares a los haitianos, se deben buscar salidas democráticas y pacíficas, la solución está en la articulación que pueda tener la sociedad civil. De no ser así, esto puede terminar en una guerra interna, que justificará la llegada de los cascos azules a Venezuela más pronto de lo que podemos pensar.