Mujer cubana:
Una Revolución dentro de la Revolución

Así las calificó Fidel aquel 23 de agosto, hace 58 años.  Para celebrar la fecha, Adelante compila historias de mujeres valiosísimas.

"Esta mujer cubana, tan bella, tan heroica, tan abnegada, flor para amar, estrella para mirar, coraza para resistir".

                                                             José Martí

VERSIONES DE UN GÉNERO

Mi bisabuela nació en 1921. Ya hacía una década se celebraba el Día de la Mujer; sin embargo, la sociedad que la recibió estaba muy, muy lejos de pensar en la realización femenina.

La llamaron Margarita, soñando que fuera delicada, frágil, hermosa, como correspondía a toda señorita. Le enseñaron a hacer maravillas con la aguja y las ollas, a planchar y lavar, a bajar la cabeza si hablaban los varones.

Halló el amor y empezó a construir su familia con ese "Doctorado en Ciencias Femeninas", así que tuvo un matrimonio exitoso, aunque, siendo justa, su hombre nunca le faltó el respeto o abusó de ella. Ambos fueron el resultado de su educación.

Tuvieron una sola hija e hicieron de ella otra “dama”. Cuenta mi abuela que no se asomaba sin compañía ni al portal, y que solo salió de casa el día de su boda.

En 1960 las dos dejaron de ser solo mujeres. Empezaron también a ser federadas y se les abrieron puertas hasta entonces prohibidas. A algunas nunca se atrevieron a tocar.

Pero mi “Yeya” —para mí nunca fue Margarita— se adaptó como pocos a los modos y el idioma de su descendencia. En voz baja, como escondiéndose de los demás adultos, nos aconsejaba de adolescentes no conformarnos con el primer novio, sino con el que nos hiciera felices; y confesaba que a sus más de 90 tenía demasiadas dudas sobre la sexualidad.

Más conservadora, mi abuela aplaude otras novedades que trajo aquella Revolución iniciada por Vilma y Fidel. A sus tres nietas nos regaló las más sentidas lágrimas el día de nuestras tesis, y apoya que queramos aprender a conducir, que viajemos por Cuba con amigos o nuestras parejas, que seamos muchachas libres y realizadas, y un día —si queremos y no porque venga con nuestro sexo— madres.

Lógicamente a mi generación le suena menos necesaria que a ellas la Federación de Mujeres Cubanas. Cuando llegamos al mundo ya era derecho nuestro, según soñáramos, vestirnos de doctoras, maestras, macheteras o taxistas; disfrutar sin tabúes de la pelota o el nado sincronizado; casarnos con quien decidiéramos, divorciarnos; ser madres solteras o abortar con las condiciones adecuadas… elegir con libertad cada paso.


TODA LA VIDA PARA LAS MUJERES

Leidiana Pacheco Martínez llegó a la entrevista treinta minutos antes. Hablar de su labor como secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en el municipio camagüeyano de Minas es todo un placer. "Cuando quieras empezamos", dice como para comenzar rápido y aprovechar el poco tiempo que teníamos para conversar.

¿Cuáles fueron sus primeros contactos con la FMC?

—Me vinculé a la organización desde pequeña. Mi mamá y mi abuela eran las encargadas de atender a las mujeres en Mola, la comunidad donde vivíamos. De ellas aprendí mucho, sobre todo a respetar este trabajo.

“A los 14 años me inicié como activista de Historia en la delegación. Esa tarea la llevé a la par de mis estudios en la Vocacional y en la Universidad. Cuando terminé la carrera de Médico Veterinario, ya era la secretaria ideológica del bloque 34 en Mola. Allí trabajé diez años”.

En 1996 se mudó para Minas y le proponen ser la secretaria del municipio. ¿Cómo fue ese cambio?

“Pasé un poco de trabajo para adaptarme. No es lo mismo estar al frente en el bloque de un poblado que dirigir al municipio completo. En ese tiempo tuve la ayuda de todas aquí. Con su esfuerzo logramos fortalecer el equipo y mantenernos en los primeros lugares de la provincia”.

Conociendo la organización desde adentro, ¿cuáles considera sus mayores retos?

—Los tiempos han cambiado; las personas y los hábitos también. Las formas que empleábamos antes no pueden ser las mismas de ahora. Hay que trabajar mucho con la familia y la comunidad, eso nos garantizará mejores resultados.

"Si se conversa más con los jóvenes y se buscan vías para incentivarlos, no tengo dudas de que tendremos mayor reconocimiento social. Atender a las mujeres que ocupan cargos de dirección, trabajar de conjunto con la comisión de prevención y vincularse más con otras organizaciones, son acciones que pueden contribuir a mejorar nuestra imagen.

“Aunque muchos crean que la Federación solo está para cobrar la cotización, no debe olvidarse de que hoy ese es el mecanismo de adelanto para la mujer en Cuba. No hay ley que salga sin que la revisen las dirigentes de nuestra organización. En ellas hay que confiar un poco más".


NACÍ´A Y CRI´Á EN SU PUEBLO

Todavía no sabe por qué la eligieron aquella vez, o quizás es que no se lo ha preguntado nunca. De lo que sí tiene razones es de que la sigan eligiendo 30 años después.

"Es que se han hecho muchas cosas, mi'ja... Aquí dábamos las reuniones con candiles o con lámparas chinas y ya el 100 % tiene corriente".

“¡Ana Mercedes!”, la saludan. Ella responde, y sin darme tiempo a preguntar enseguida enumera sus alegrías de ahora mismo.

“Este es un Consejo muy amplio, tiene cinco UBPC, una CPA, cuatro CCS, todo es agricultura. Trabajamos en la reparación de una escuela que estaba en derrumbe total, no se había incluido en el plan, pero usamos el 1 % y el aporte de las bases productivas. Estamos construyen- do una nueva en la zona de La Bayamesa, y arreglando un camino, para darle paso a la guagua y a un camión particular”.

“¡Ana Mercedes!”, le dicen. Ella corresponde, y sigue.

“Lo otro es que después de tanto tiempo todo el mundo me conoce, y yo sí hablo con los directores, les digo '¿por qué no lo vamos a resolver?’. Como ya tengo teléfono, ante cualquier problema enseguida llamo para dar respuesta, porque como ha dicho nuestro Comandante en Jefe no hay planteamiento de la población sin respuesta.

Todavía no sabe por qué la eligieron aquella vez. Era una muchachita de 22 años, hija de dos obreros, le decían "la rubia" y siempre había sido de las más bellacas del barrio. Mas no solo la eligieron delegada, también diputada por dos mandatos, y siete años después, primera presidenta de su Consejo Popular hasta hoy. Se llama Ana Mercedes Hernández Almanza, ya tiene 54 de vida, y es nací'a y crí’á en El Jobo, Najasa, allí donde la eligen una y otra vez.

ELCÓNIDA ES VERBO,
NO  SUSTANTIVO

Elcónida Izquierdo Sabatela nos recibió en su casa número 701 de la calle Martí. Ella nos esperó acomodada en un mueble antiguo, exhibiendo sus mejores galas: una blusa blanca calada y las canas nonagenarias ocultas debajo de un tono caoba. Aguardó nuestra irrupción escoltada por un estuche lleno de fotos y documentos que atestiguan los 96 años vividos por esta camagüeyana nacida en Jatibonico.

¿Por dónde comienzo?, pensé mientras abría la agenda y ponía en funcionamiento la grabadora, porque ya me habían advertido que aquella mulata que estaba frente a mí no había perdido tiempo en su vida y tenía "muchoooo" que contar.


¿Cómo recuerda la vida de las mujeres antes de la Revolución y cómo se enroló en el activismo femenino?

– La mujer antes era una esclava, vivía sometida primero a la voluntad de su padre y después a la del esposo. Si yo te cuento te vas a reír. Habían muchos prejuicios, yo misma trabajaba en el campo y tenía que venir a caballo por lo que me acompañaba un hombre por cuestiones de seguridad; a mi madre no le gustaba eso y otros lo miraban mal. Hoy todo es muy diferentes en ese y muchos sentidos y eso fue gracias a la Revolución que constituyó la Federación de Mujeres Cubanas.

"Antes de que se fundara la FMC, existían varias asociaciones femeninas. Yo pertenecía a Las Marianas. Cuando Vilma crea la FMC me imbuí en todas las actividades desde los inicios. Fui dirigente del bloque y de la zona 13. Con orgullo guardo mi medalla de la Federación.

LA VIDA POR EL ARTE

Después del primer toque a la masa roja, pastosa y húmeda, Ana Elia Gutiérrez sintió unas mariposas en el estómago. No le importó que el barro le salpicara en la cara, se le metiera en las uñas o delatara su inexperiencia para modelarlo. En el momento pensó en una feliz coincidencia. Tal vez en un inesperado amorío de telenovela. Posiblemente en su esposo Manolo. Lo cierto es que entre sus manos aprisionaba, con un inconfundible amor, lo que la identificaría como artista y persona.

El corte y la costura eran muy frecuentes en la vida de Ana, tanto que apenas se despertaba ya llenaban sus ojos los bordados, agujas, hilos y trajes elaborados por su madre. Al parecer, antes de empezar la escuela, tendría ya en su casa la mesa servida para aprender todo lo referente al mundo de la moda y de los pasos iniciales en las artes manuales.

"Mi madre no deseaba que yo siguiera su oficio sino que estudiara y obtuviera una carrera universitaria. Por eso, en el '72, con 20 años, comencé como dibujante en la sección técnica de vía y obra en los ferrocarriles. Trabajé allí hasta que terminé la Facultad Obrera y matriculé en la Universidad en Arquitectura. Aun así siempre dedicaba un espacio para confeccionar prendas de vestir y otros adornos textiles".

Con un conocimiento cabal del dibujo y de los métodos para diseñar y proyectar una edificación, Ana Elia integró el colectivo de arquitectos de la EPIA 11 después de graduada. Sin embargo, las casualidades de la vida se confabularon para aproximarla a su verdadero rumbo.

"Un día mi madre recibió, en la sala de mi casa, a unas amigas que trabajaban en la ACAA. Sobre un mueble cercano a ellas había una ropa de niña que yo le había hecho a la hija de una compañera mía por su cumpleaños. A las dos visitantes les llamó mucho la atención mi confección, tanto que le sugirieron a mi madre que me presentara en la ACAA en la manifestación de textil. Así lo hice y tras permanecer un lustro en la EPIA 11, me decidí completamente por la carrera artesanal".

"Yo estoy absolutamente convencido de que la sociedad  ganará más en la medida en que sea capaz de desarrollar y aprovechar las  calidades, las capacidades morales, humanas e intelectuales de la mujer. Estoy absolutamente convencido. Y precisamente lo que diferencia una sociedad justa, una sociedad socialista de la capitalista, es esto."

Fidel Castro, febrero de 1965.

Créditos:

Textos: Tomados de adelante.cu y del archivo del periódico Adelante

Video: Televisión Camagüey

Edición: Malena Alvarez Julín