Siembras

Por herencia, por cultura, en Cuba un buen maestro da más que letras, ciencias, deporte, arte... Se da a sí mismo, nos siembra

Los hay cientos, desde aquella revolución educativa que fue la Campaña, han esparcido sus semillas por todo este fértil Archipiélago.

En Adelante hemos sido felices víctimas de su magia, y hoy, Día suyo, les confesamos este amor que les debemos para siempre.

MEMORIAS

María del Carmen, María Elena y María Julia Álvarez Núñez, las hermanas Marías, educan desde muy jovencitas, con apenas 14 años.

La mayor, María del Carmen, ya andaba metida en intrincados parajes de la geografía nacional alfabetizando: "Cumplí con el llamado de Fidel".

María Elena, la que le sigue, no se quedó atrás, y aunque por la edad no pudo ir tras su hermana, también cumplió con el llamado; ella, más cerca de la casa, en el barrio. A la más joven de las tres no le tocó alfabetizar.

Sin embargo, María Julia, ya retirada y reincorporada, aún permanece frente a un aula, y por experiencia propia puedo asegurarles que es tremenda profesora.

Ella es Miriam Castillo Guerrero y empezó siendo auxiliar pedagógica. Las ganas de enseñar la animaron a superarse.

Son cientos los hombres y mujeres del municipio de Vertientes que hoy le agradecen las primeras lecciones.

"Finalizaba la secundaria cuando ofertaron los cursos para ser maestro popular. Por ese entonces, yo vivía en Aguilar, donde nací. De inmediato, me inscribí, y hasta hoy, esa es la profesión de mi vida, aunque ya esté jubilada


Aquí tengo guardadas todas mis condecoraciones y reconocimientos, y todavía cuento con el cariño de muchos que fueron alumnos míos, y hoy son profesionales, ¿qué más se puede pedir?".

Duele lo que pasó Rafael Saladrigas Ruiz por hacerse bailarín: "Teníamos 9, 10, 11 años de edad y nos ofendían, por eso nos fajábamos en los pasillos laterales que tenía el Teatro Principal. Sí, tuvimos choques en diferentes lugares. A Alberto Piloto hasta lo apuñalaron", recuerda el regisseur y maître del Ballet de Camagüey (BC).

Su colega, el primer solista Yuniet Herrera Rodríguez desde los 25 años, es profesor, ensayador y regisseur. Significa que baila y dirige a sus compañeros. Se agota más porque enseña.

Olga Góngora Lezcano nació en la ciudad de Camagüey, aunque la familia era de Vertientes. Estudió magisterio en Santa Clara, en la Escuela del Hogar Rural, y volvió para el terruño.

Graduada en 1944 logró "tener" un aula quince años después, al triunfo de la Revolución, en la intrincada zona de Santa Lucía 1, entre fango y canarreos y sorteando tempestades.

Elcónida Izquierdo Sabatela nos esperó escoltada por un estuche lleno de fotos y documentos que atestiguan los 96 años vividos por esta camagüeyana nacida en Jatibonico.


"Soy maestra normalista y me gradué en el año 1942 . Estuve tres años sin poder dar clases después que me gradué, porque  no había presupuesto para pagarnos, el que había se lo robaban  los políticos. En 1945 me dieron empleo en una escuela rural y estuve  en el campo 12 años.
Después del Triunfo de la Revolución, se mantuvo enseñando. Solo hubo pausa para cuidar de su hijo hasta que se jubiló. Sin tiza ni pizarrón, ella todavía enseña.
 "Otro oficio no me gustaría", dice convencida de que lo suyo fue pura vocación.                                                                                                            

Hace dos años, a Noel Andrés Luis le nació un hijo en la comunidad de Quan Tri. No los unen lazos genéticos ni legales, sino una misma pasión: la lucha. Desde el día que "el profe" vio en él a un campeón, Christian Cancino Pérez pasó a ser uno más de su familia.

No es Noel el único "orfebre" del deporte en Jimaguayú.



Nilda es el buen presagio del día. Temprano en la puerta del círculo infantil está repartiendo abrazo y beso sin excepción. Sabe bien los nombres de los niños, y con esos nombra doble porque eleva a la mejor de las identificaciones, cuando se es La Mamá o El Papá de…

En las prevenciones sin fijo horario respeta su tiempo de jugar como la más pequeña en el piso, en dichosa burla a los 56 de edad. Todo en ella, hasta los regaños a los padres, la hace tremendamente "querible".

"Mi primera rotación de Enfermería Pediátrica fue en un círculo infantil,  en el Manuel Zabalo, dispuesto para internos. Lloré mucho en mi casa.  ´Ay, hija, no te gusta?´. ´Sí, me encanta. Quisiera traer a casa a esos  niños sin mamá´. ´Basta con que se sientan bien contigo´. Eso me dio el  alimento. Sabiéndome más útil desarrollé la profesión con anhelo.
—¿Cómo es un día tuyo en "Cestico de Rosas"? 
—De felicidad. Mi alegría se completa al verlos ir y venir llamándome  por mi nombre, ver cómo aprenden, y con el orgullo de que han sido  cuidados con amor y desvelo.
—Estás destinada a curar, pero, ¿cuál ha sido la mejor cura para ti?
—La satisfacción de mi trabajo para con los niños, el sentir que me  llaman cuando paso por una calle y dicen "la seño de mi círculo", y  saber que con mi amor ayudé a aliviar el llanto o dolor que pudo tener  un día.

Para la profesora Ana Jústiz Guerra, la vida es como una clase que jamás culmina. Esta alumna y ferviente seguidora de José Martí, comparte las vueltas de un destino que desde niña juró lo dedicaría a la enseñanza, al arte de entregar sabiduría para recibir placer espiritual.

Aunque el presente curso Anita se jubilará, ella asegura que todavía le quedan muchas horas para transmitir saberes. Seguirá inculcando a los niños de la primaria Renato Guitart Rosell, desde la Casa de la Memoria, los valores del pensamiento de Martí a través de sus textos, y continuará en la Universidad trabajando como adjunta".

"El retiro es solo una palabra en un papel. Esta carrera solo termina con el último aliento".

EVANGELIOS

 "Educar la mente sin educar al corazón no es educar en lo absoluto"

Aristóteles


De la primaria recuerdo siempre a Telma. Le tocaba enseñarnos el abecedario y las primeras sumas, pero también se ocupó de otras lecciones. Contaba que si a su hogar llegaba un pedacito de dulce, en lugar de entregarlo todo al niño lo dividía en porciones iguales. Era la mejor manera de inculcarle la solidaridad. Escuchando esa historia también lo aprendimos nosotros.

Más tarde, en séptimo grado, conocí a Alina y a Esperanza. La primera encaminó con ciencia mi pasión por las letras. La segunda logró que aprendiera también de números y gracias a su maestría "las funciones" funcionaron para mí.

Ambas no solo impulsaron a muchos discípulos a entrar entre los primeros al IPVCE sin necesidad alguna de repasadores, también nos obligaron a integrar un coro, a coser… y hasta hicieron dar unos pasos de mambo a esta alumna, a quien nadie más ha conseguido ver bailar.

Con la Vocacional la lista se hizo muy grande. Allí encontré a Danisleydis, la química que no solo nos habló de Ph y de pilas, también de la necesidad de ser un grupo unido, favoreciendo así los lazos que hoy conservamos.

Luego llegó Vargas, de Biología, quien nos mostró cuestiones del ser humano más allá de la anatomía y la genética. Nadie cuidaba tanto de nuestra salud. En tiempos de resfriados se aparecía con pomos de multivit y de miel con limón para sus “treinta hijos”, y diariamente nos llevaba agua al aula porque no quería ni uno más enfermo de los riñones.

En el comedor, la gente vigilaba a Margarita Céspedes, que regañaba a quien pusiera los codos sobre la mesa. Nunca me dio clases, pero de ella se aprendía en los pasillos, la plaza… porque para enseñar no hace falta tener la tiza a mano.

Maribel nos compartió sabios refranes y proverbios mientras hablaba de Español. A su pasión por la literatura le debo haber descubierto a Eduardo Galeano, el autor de las líneas que más admiro.

En la Universidad, Mirta nos adiestró en Gramática, pero ni siquiera el mejor alumno iba a la pizarra si su ropa no era la adecuada para la docencia. Ahora nos reclama desde Facebook si el lenguaje no es el más correcto, recordándonos que se es periodista todo el tiempo.

El profesor Varona, de filosofía, nos ayudó más de una vez a desentrañar misterios de otras disciplinas, haciendo link desde la Grecia antigua a su literatura, o a la historia; él quería que pensáramos, premiaba los argumentos, así que con verdadero o falso podíamos ganarnos un 5 si luego lo convencíamos.

Lasy personificó la amalgama de juventud, paciencia, dedicación y sabiduría. Obraba milagros en un turno de clases y todas, todas las tesis de mi graduación, tienen mucho de ella.

Fui una estudiante afortunada. Desde las aulas coleccioné este inventario que para ser justa es mucho más extenso. La mayoría de los mencionados todavía forma, a diario, a los profesionales de mañana. Seguramente usted tiene los suyos, y entre  líneas también ha recreado sus memorias.

Ninguno, ni los míos, ni los de sus recuerdos, ha sido solo maestro. Martí dijo que educar es más que enseñar, y además de instruir en sus asignaturas, cada uno de esos profes nos dejó preceptos para la vida que los hicieron paradigmas, "evangelios vivos".

Créditos:

Textos: Zoila Pérez Navarro y archivo de www.adelante.cu

Fotos: Archivo de www.adelante.cu

Selección y edición: Zoila Pérez Navarro